Capítulo 26

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Catorce horas más tarde.

Recogí mi mochila cuanto la vi, luego salí corriendo a fuera del aeropuerto. No había avisado a nadie, luego de la llamada de Álvaro de recordaba nada. Vi un taxi, me subí a él y le dije la dirección. Lo apresuré lo máximo que pude. Media hora más tarde bajaba de él corriendo, la puerta de casa se abrió y aparecieron mis padres sorprendidos de verme allí. Y con tan solo verles la cara al mirarme lo supe, era verdad. Mi Estrella se había ido de ese mundo antes de que volviera a verla en persona. Cuando ese pensamiento llegó a mi mente me dejé caer al suelo de rodillas, y chillé, chillé mirando al cielo. Cargando mi ira contra el conductor del camión que le había arrebatado la vida a mi mejor amiga tan pronto. Chillé por no haber estado allí. Chillé por ser la última persona a la que vio antes de irse de mi lado y con ella llevándose la mitad de mi. Chillé y lloré tanto cómo pude hasta que mis padres llegaron a mi lado y me abrazaron.

- ¡Por que! -chillé mirándole- ¡por qué ella, mi vida entera, mi hermana!-.

- Cariño -dijo papá con lágrimas en los ojos- lo sentimos tanto-.

- ¡Decirme que es mentira, por favor decídmelo, que ella está dentro esperándome comiéndose una bolsa de ganchitos! -chillé mirando a la puerta esperando-.

- No podemos -dijo mamá llorando-.

El mundo se había convertido en mi peor enemigo, me había quitado mi forma de existir. Quitándome eso, me quitó la vida. Vi como la puerta de la casa de al lado se abría y aparecían Pablo, Clara, Oscar y Álvaro, éste último llorando como un niño. Sin pensármelo dos veces me levanté del suelo y corrí, no sabía de donde me salieron las fuerzas pero corrí hasta él. Salió de la entrada hasta medio jardín y cuando me lancé a sus brazos dio varios pasos hacia atrás.

- ¿Por que? -dije con voz empezando a estar afónica-.

- No lo sé -dijo tocándome el pelo- tienes que respirar Sofia, has de hacerlo-.

- No puedo -dije llorando- ella era mi oxigeno, y me lo han arrebatado-.

- Ssh -susurró en mi oído- respira conmigo-.

Al principio me resistí, hasta que empecé a escuchar el sonido de su respiración salir de su nariz y los latidos de su corazón, me tenía tan abrazada que lo único que veía era su rostro. Era como si me hubiese cubierto con una sabana por encima, ocultándome a la gente que había a mi alrededor, solamente para que me centrase en él. Y eso hice, respiré con él, y latí con él. Todo lo hicimos al mismo ritmo hasta que el pecho dejó de dolerme. Y en el momento en el que conseguí estabilidad todo se volvió negro.

***

Recuerdos, venían a la vez, amontonándose unos encima de otros. Amor, amistad, conexión, familia, dolor. Así fueron pasado uno por uno. Todos dolían a su manera, pero cuando llegó el dolor, eso se volvió insoportable. Abrí los ojos de golpe levantándome, me costó enfocar pero cuando lo hice supe exactamente dónde estaba. Mi cuarto, donde dormí por última vez con ella. El dolor volvió y esa vez fue peor tanto física como mentalmente. Estaba sola en el mundo sin ella y ahora empezaba a darme cuenta.

- Hola -escuché una voz- por fin despiertas-.

Dirigí mi vista hacia la voz, Álvaro estaba apoyado en las ventanas que daban a mi balcón. Los recuerdos en su jardín me sobrevinieron.

- Hola -susurré sin voz- no sé que decir-.

- No has de decir nada -dijo acercándose a mi-.

Levanté el brazo para que no se acercase más. Sus ojos demostraron dolor. Me mordí el labio inferior intentando detener las lágrimas que querían invadirme.

No me rompas de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora