⚜️ La chica con voz de ángel

95 7 1
                                    

Cinco minutos tarde no era tan excéntrico, además estos estúpidos trajes celestes y blancos no caían conmigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cinco minutos tarde no era tan excéntrico, además estos estúpidos trajes celestes y blancos no caían conmigo.

Necesitaba algo más encendedor, más llamativo, era una persona llamativa, una persona sobresaliente, pero aquí todo era tan pálido.

Bufé y me tiré en la cama, toda mi habitación era totalmente blanca, ahora empezaba a creer que el blanco lo odiaba, la noche estaba fría y apacible.

¿Se darían cuenta que no estaba en esa cena?

No lo creo...

— príncipe Ryan, la cena esta lista, lo estamos esperando —

Pero la voz del pequeñín ese, me fastidiaba la vida, tapé mi cara con una almohada y gruñí allí.

— no es de buena educación hacer esperar a la Reina, ni mucho menos a los invitados —

¿Por qué no se callaba?

No era mi obligación estar allí, tampoco quiero estar allí, solo quiero...

Solo quiero... estar con alguien que me entienda... ¿Qué estaría haciendo Meido?

Seguramente ella lo estaría pasando igual que yo, teniendo a alguien detrás de ella, aunque seguro lo haría mejor que yo.

Siempre ha sido mejor que yo.

— ¿príncipe Ryan? —gruñí con desdén y tiré la almohada a la puerta.

— YA VOY —exclamé con recelo. Arregle mi corbatín y bufé levantándome.

Al menos comería. Me puse el saco y abrí la puerta dirigiendo de inmediato mi cabeza abajo, donde el insoportable conejo blanco estaba esperándome.

— Oh, por fin —pero entrecerró sus ojos, le alce una ceja— ¿su corona? —

— no pienso usar esa corona, ¿acaso es obligatorio tenerla? —cuestione fastidiado.

— según el reglamento de Marmóreo —

— sí, pues no soy el príncipe de Marmóreo, blanquito, así que déjame en paz —

Salí de la habitación sin escuchar las quejas del conejo y seguí mi camino hacia el gran comedor, no se cual era su alboroto por algo tan simple.

Con mi camisa desabotonada blanca y el saco celeste que me habían dado, bajé las escaleras, lo único que conseguí ponerme de mi antigua ropa era mi pantalón y mis botas.

Era el colmo que ahora me dijera cómo vestir.

Bajé al primer piso y vi a lo lejos como todos comían en el exterior en la gran mesa de piedra bajo el árbol grande.

Baje también las escaleras, veía cómo iban y venían los meseros, tan apurados como el conejo blanco ese, cruzando la puerta abierta hacia la noche, las luces especiales alumbraban su alrededor, debía admitirlo era bonito, pero ¿de verdad tenían que hacer eso para algo tan común?

Y cuando menos lo pensé, algo se metió entre mis piernas y se escondió allí, fruncí mi ceño y solo vi un rabo blanco entre ellas, fruncí mi ceño.

— ¿que rayos? —musité agachándome.

— HAY UN CONEJO SUELTO —

No hubo tiempo, tome el conejo en mis manos y vi como dos hombres agitados se acercaban— mil disculpas príncipe, el conejo se nos escapó —

El conejo gris parecía asustado, alce una ceja— ¿tan difícil fue atrapar un conejo? —

— ahora mismo lo llevaremos con nosotros, príncipe —

Una leve reverencia y extendí el conejo a sus manos, pero de inmediato una voz angelical se oyó.

— NO LE HAGAN NADA, ES MÍO, VIENE CONMIGO —

Era como un ángel caído del cielo, su vestido, su rostro, su voz, parecía que venía en rescate del conejo, pues lo tomó en sus manos y lo acarició tranquilizando.

— tranquilo Clover, ya no te harán nada, solo fue un simple susto amigo —lo acunaba en sus manos.

— pero señorita —

— Es de ella, señores, ya la escucharon, ahora sigan haciendo su trabajo —llamé su atención con eso, sonreí hacia ella, pero ella solo me miraba con cierto espanto.

Los meseros se fueron.

— Si, lo sé, debes tener más cuidado Clover —

¿Acaso hablaba con ese conejo? Fruncí mi ceño con una sonrisa de lado y metí mis manos en los bolsillos.

Extraordinario.

— ¿Dice cosas sobre mi? —cuestione con ego.

Pero ella negó con su mirada— pero, de antemano gracias —

— dime, preciosa ¿Cuál es tu nombre? —reprimió sus labios.

— Soy Sofia, princesa Sofia de Encantia —admitió.

Maravilloso.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Príncipe Rojo: La prueba de un príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora