Descendientes - La liebre chiflada

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-EL VALOR XIII-




Camine a paso dudoso en este lugar, hasta el punto en que llegue a la mesa en la que Tristán y ese conejo de ojos saltones estaban. Debo admitir que el conejo del castillo se veía más limpio y rechoncho, el de acá estaba totalmente desnutrido pero largo.

— Haigha —llamó Tristán saludando a medida que se acercaba, fue entonces cuando la liebre dejó de servir té y miró hacia el frente.

— jajajaja, LLEGAS TARDE —pronto Tristán bajo su cabeza con rapidez y no fui capaz de visualizar la taza que venía con rapidez a mi pecho

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— jajajaja, LLEGAS TARDE —pronto Tristán bajo su cabeza con rapidez y no fui capaz de visualizar la taza que venía con rapidez a mi pecho.

Mire como la taza caía al suelo y levanté la mirada con furia. Este conejo...

— está un poco chiflado —masculló Tristán frente a mí, riendo nervioso.

Gruñi con exasperación, tenía suerte que no estuviera llena de té.

— otro —escuche a Tristán y esta vez lo hice a tiempo, baje la cabeza, porque esta vez sí estaba atinando a mi cabeza.

Gruñi levantándome y caminando a paso seguro al conejo desgraciado.

— SIÉNTENSE A TOMAR EL TÉ —ese conejo... estaba más enérgico que otra cosa.

— espera, espera, no lo hagas —fue Tristán quien me detuvo, pero quite sus manos de mí.

— entonces dile que deje de lanzar cosas o esta noche comeré conejo al horno —gruñí en su dirección.

Tristán rió nervioso— no debiste decir eso —masculló antes de que en mi vista se posara en un conejo enojado.

Tomando mi cuello con firmeza y sacudiendo mi cuello con ferocidad— ¡¿A QUIÉN LE DICES CONEJO?! CONEJO —próximamente cerró un ojo y luego me miró con uno de arriba a abajo.

La piel se me erizo— QUÍTATE —lo tome con mis manos y lo quise quitar de mí, pero el tonto y loco conejo aún seguía sobre mí.

— solo es cuestión de calmarnos chicos —pero a Tristán esto le parecía muy gracioso.

Estaba perdiendo la cordura.

— ENTONCES DILE QUE NO SE ME TIRE ENCIMA ASÍ —exclamé a punto de estrellar a este conejo.

— ESTE SE VE MUY RARO —


—TU ERES EL RARO CONEJO DEMENTE —

—AHAHAHAHAHAHA —


— AHAHAHAHAH —arremetió con más fuerza mi cuello, me estaba asfixiando— TRISTÁN HAS ALGO —exclame con exasperación.

— señor Haigha por favor deje a mi primo, él es el príncipe legítimo del Submundo —

— pues no me parece muy príncipe nada —nuevamente me miró de arriba a abajo con un solo ojo.

— Quítate co... —

— NO —fue Tristán el que me interrumpió— no digas esa palabra, señor Haigha por favor baje del chico —

Y sin quitarme un ojo de encima, el conejo bajo de mi poco a poco, trague fuerte al verlo bajar, hasta que quedó finalmente en el suelo.

Solté aire, finalmente era libre y ese conejo había vuelto a su mesa.

— no le gusta que lo comparen con un conejo, él es la liebre de Marzo y le encanta tomar té —

—¿por eso tenía que casi matarme? —dije mientras acariciaba mi cuello por culpa de esa liebre de Marzo.

— Es complicado —

Nuevamente una taza vino volando hacia nosotros y fue a parar a la cabeza de Tristán, cayendo este en picada al suelo.

Fruncí mi ceño— ¡¿Y POR QUÉ LANZA LAS TAZAS?! —cuestione con enfado.

— es su manera de ser —dijo Tristán somnoliento en el suelo.

— oye —me arrodille frente a él— no mueras aún, tienes que llevarme de vuelta al castillo —induje tocando su cuerpo duro en el suelo.

— no te preocupes, estoy acostumbrado —masculló con dolor.

Alce mis cejas— se ve que estas muy acostumbrado, hace rato hubiera asado al... a la liebre —no quería que me volviera a aturdir.

El Príncipe Rojo: La prueba de un príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora