Descendientes - Una charla peculiar

43 5 1
                                    






-EL VALOR VII-


— de verdad que lo hice —

— ¿por qué terminó allá? —

Parpadeo un par de veces y suspiro caminando frente a mi— bueno, es que, Iracunda es difícil de tratar, la conoces —no pude objetar en su contra.

Era verdad, mi madre no era muy soportable que digamos.

— solo quiero saber el por qué fue —musité con recelo, sentándome sobre una silla.

Sabía cómo era mi madre, pero era su familia ¿no?

— se que no es suficiente para ti y necesitas explicación Ryan —me leyó la mente— lo sé muy bien, pero intente hacer todo, inclusive partir el reino para que ambas reináramos como se suponía que debía ser, como quería que fuera —masculló a mi lado.

Reí— ¿reinar las dos? Eso no lo creo —

Recuerdo que en la isla de los perdidos mi madre intentaba siempre usurpar en los planes de Maléfica o contrarrestar, pero era imposible, aún así era tan insistente en querer ser la reina, siempre salía en busca de Maléfica para enfrentarla, nunca lo logró.

— sí, tiempo después me di cuenta, intentó sabotear Marmóreo —parecía recordarlo.

— eso sí lo creo —intento también sabotear infinidades de veces a Maléfica.

— Ryan, ¿entiendes el por qué debí mandarla a la isla? —

— lo sé, siempre he sabido que ha estado haciendo esas cosas —tire mi rostro en mi mano sobre la alacena— pero, tampoco ha querido cambiar —

— presiento que hay algo que quieres decirme —canturreo volviendo al otro lado de la alacena y quitando la tapa de la masa.

Suspiré, no sabía exactamente si decírselo a ella, pero era mejor que decírselo a Tristán.

— mi madre siempre abusó de mí, tratándome como un sirviente —bufé— siempre escapaba de ella con cosas así, prefería que la soportarán sus reales sirvientes —masculle con fastidio.

— te comprendo, Ryan, pero ahora yo quiero darte un mejor futuro, aún quiero arreglar las cosas con mi hermana y no pierdo las esperanza, créeme que no lo hago, pero ahora necesita recapacitar —

— pues no lo creo —masculle con pesimismo.

Esa mujer jamás cambiaría.

— pues yo aún tengo fe —

La miré, parecía no mentir, pero algo en mí decía que ella jamás cambiaría, de cualquier forma su sed de ser la reina jamás se saciaría.

— eso lo quiero ver —

Ella sonrió frente a mi comentario— por el momento no quiero centrarme en Iracunda, Ryan —

Dirijo la mirada hacia ella con el ceño fruncido y persuadí que tal vez era por la discusión de hace un rato con Tristán, bufe— si ese es el caso, él empezó primero —advertí de inmediato.

Negó repetidas veces— sobre eso no hay problema, era normal, lo percibí querido —entonces se puso guantes para meter en el horno las galletas.

Una vez puesto sonrió— listo —masculló sonriente— pero sí me gustaría que se amigaran ¿sabes? —

— ¿ah sí? ¿De qué forma? —alce una ceja retadora.

— un viaje, pequeño, por supuesto —

Parpadeé solo una vez— si... creo que eso no sucederá —masculle.

— ¿tienes algo contra Tristán? —cuestionó frente a mi.

No.

Ni siquiera sabía porque le tenía esto, supongo que fue porque no tuvo que vivir lo que viví yo, no tuvo los problemas que tuve yo.

— no —masculle.

— entonces ¿por qué no intentar conocerse? —

— ¿conocerlo? —cuestione con risa.

— sí, sólo quiero que puedan hacerlo y así juntos poder reinar en el submundo —fruncí mi ceño.

— no me interesa reinar —dije con franqueza.

Durante tanto tiempo, durante toda mi vida, estuve amarrado a la idea de que debía ser el rey de todo y unirme a los más fuertes, por culpa de mi madre, cuando yo solo quería ser libre y poder vivir mis aventuras, conocer a alguien y vivirlas con esa persona.

Y encontré a Meido, con ella fue que me sentí así, porque realmente el dinero no me importaba, mucho menos la corona, solo quería ser libre, sin que nadie me molestara.

— el país de las maravillas te necesita, Ryan —

— ¿necesitarme? Todos estos años ha ido bien con usted al mando —suspiro pesadamente y se acercó a mi.

— Ryan, el submundo de hizo para ser reinado en dos partes, Marmóreo y Crims, originalmente vivíamos aquí, pero Crims fue creado tiempo después por Iracunda y ella empezó a reinar, pero me gustaría que en un futuro ese legado siguiera con ustedes —fruncí mi ceño.

— no quiero ser rey —

— pero... —

— no, no quiero tener esa responsabilidad —me aleje de inmediato— solo quiero... —

— ¿que quieres Ryan? —

No tenía idea, realmente no tenía idea.

— no quiero reinar —

— ¿te gustaría ver el palacio de Crims —

— ¿para que? —cuestione con una ceja alzada.

— para una aventura —dijo con interés.

Una aventura...

El Príncipe Rojo: La prueba de un príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora