Descendientes - La decisión de Ryan

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-EL VALOR XXIII-




Había llegado a la ciudad solitaria. Estaba inundada en enredaderas verdes y también en penumbras.

— Es hora de luchar, Ryan —entonces estiró una espada— ¿estás listo? —

Ese tonto realmente era muy valiente.

— Ou —Mal llamó mi atención— ella fue muy mala contigo, Ryan, ¿por qué no hacemos que pague? —sonrió de lado— ya sabes, hacer que le den un pequeño castigo por ser tan mala con un chico como tú —

Fue allí donde Mal me convenció de atraer a Meido a esa trampa.

— así oficialmente tendrías un grupo al que pertenecer, el grupo de Uma no se compara al nuestro, ni mucho menos el de los gatunos esos que se creen malos, en cambio, si estás con nosotros —ahora el clan de Mal estaba tras de ella— podrías ser el más poderoso de todos —

Mientras yo fui un cobarde con Meido y no arregle las cosas como debía, solo quería venganza, sin darme cuenta la había perdido y ya era demasiado tarde para enmendar algo.

Mientras yo fui un cobarde con Meido y no arregle las cosas como debía, solo quería venganza, sin darme cuenta la había perdido y ya era demasiado tarde para enmendar algo

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Pero, ahora ella estaba iniciando un nuevo camino, ella quería ser buena y yo también.

— además... —quería enmendar las cosas con ella— me enseñaste el verdadero amor... —

Frunció su ceño con desprecio hacia mí— ¡¿de qué rayos hablas?! Te dije lo que sentía y simplemente me vendiste ante Mal, me las jugué por ti Ryan aún así, fuiste un desgraciado —

— me arrepintió de lo que hice, pero luego de ello, nunca más pude dormir bien, me sentía vacío y cuando escuche lo que te hicieron, de verdad Meido lo siento tanto —

— típico de un hijo de La Reina de Corazones —musito con desprecio.

Inclusive en ese momento tenía esperanzas de que ella me diera otra oportunidad, sin darme cuenta que eso la estaba confundiendo más.

¿De verdad fui un tonto?

Y ahora solo quería hacer feliz a Meido, pero creo que yo no era el indicado para mostrarle esa felicidad, para demostrarle ese amor verdadero.

— me enseñaste a amar de verdad, me enseñaste a ser sincero y no fingir ser algo que no quiero, me enseñaste a ser valiente, pero, cuando te detuvieron me sentí tan miserable, porque fui un tonto en confiar en ti, ahora sabía que no podía confiar en nadie, sin antes conocer, sentí tanto odio hacia mi, aún más de lo que antes tenía, pero cuando te fuiste, sentí un gran vacío, quise ir a la carcel tratar de entender el por qué, entender por qué lo hiciste, pero, cuando te vi, cuando te vi, vi de verdad la realidad y era que no te podía dejar ir, eras una chica diferente a las que hubo en este lugar—Tristán se acercaba a Meido— Auradon jamas conoció a una chica como tú —

Pare en seco.

Pero, Tristán podría hacerla feliz, todo lo que dijo, parecía que realmente lo había sentido, amaba a Meido, yo también lo hacía, sabía que Meido estaba enganchada con él, lo pude entender, en la isla.

Cuando lo defendió.

Era una nueva oportunidad de ella ser feliz, una en la que seguramente no sería yo la causa de su felicidad.

— Príncipe Ryan —parpadee unas cuantas veces.

Mire a mi alrededor y me encontré con Terrence.

— ¿sucede algo? —

— estamos a los pies del castillo, allí estará nuestro príncipe —

— estamos a los pies del castillo, allí estará nuestro príncipe —

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Asentí.

Era un enorme dragón lo que tenía ese tipo, por lo que sería sensato pedir ayuda ¿no?

— ve al castillo, Terrence y dile a la reina... —

— no se preocupe por eso, Blake se encargó de dar el mensaje, deben venir en camino —

¿Blake?

— pensé que él... —

— fue fácil encontrarlo, fue la orden de mi señor —

La orden de Tristán para Terrence.

— entonces quédate aquí, iré a por Tristán —respire profundamente.

Si iba solo sería más discreto, con un caballo las cosas se complicaron, haría tiempo hasta que los hombres de la reina llegaran y controlaran la situación.

Podía hacerlo.

El Príncipe Rojo: La prueba de un príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora