Descendientes - Un futuro mejor para El País De Las Maravillas

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-EL VALOR IX-








Los sirvientes hoy no parecían tan agitados como ayer, de hecho, el personal que veía era aún más bajo que el de ayer.

Pero, el conejo blanco seguía yendo de un lado para otro con su reloj en mano, viendo lo que los demás hacían y corrigiendo.

A decir verdad, mi madre nunca me habló sobre el castillo Crims, nunca me lo determinó o me lo explico, lo único que decía siempre eran cosas como:

—  Ryan tráeme eso —

— Ryan eres un inútil —

—  Mocoso ¿qué crees que haces? —

— me das jaqueca —

—  eres tan débil —

—  ja ja, qué cabeza tan diminuta —

Aún sigo creyendo que ella tenía muchos problemas mentales, no estaba bien de la cabeza, bueno... de su inmensa cabeza.

Creo que sería imposible recordar a mi madre decir algo bueno de mí, bueno, solo de mi cabello, le gustaba que fuera sedoso.

Las puertas del frente estaban abiertas de par en par, se oían personas al otro lado de ella, supuse que eran el personal de este castillo.

Y cruzando finalmente las puertas con un suspiro pesado, me encontré en los últimos escalones a la reina Mirana, Tristán y corceles siendo peinados por una pelirroja en particular.

Fruncí mi ceño ante ello, pero una vez Tristán se dio cuenta de mi presencia, ya no había marcha atrás. Mantuve la respiración, bajando las escaleras y soltando el aire con cada paso que daba.

Debía admitirlo, este lugar era de muy buen parecer, los árboles siempre desprendían una flores blancas, bueno, los mas cercanos, los demas eran cerezos.

Y cuando hube bajado a una vista promedio, me di cuenta que a las personas por las que había agarrado por estatua, realmente eran personas pálidas que estaban junto a la reina Mirana, quienes admiraban junto a ella, como la pelirroja peinaba a un caballo y Tristán arreglaba la silla de otro.

— finalmente llegas —sin mirarme él dirigió su comentario hacia mi.

Dando a conocer mi presencia y juntamente llamar la atención de la reina Mirana, quien al verme sonrió complacida frente a mí.


Dando a conocer mi presencia y juntamente llamar la atención de la reina Mirana, quien al verme sonrió complacida frente a mí

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— Principe Ryan —pronunció en sus labios dando una reverencia y seguidamente su séquito ha mi presencia.

No era ese mi puesto, pero ella me lo había otorgado al llegar.

— creí que todos los caballos de este lugar serían blancos —comente con cierto sarcasmo al ver que el que Tristán cepillaba era realmente blanco, mientras que el que la pelirroja peinaba, realmente era un caballo rojizo con pelos negros.

— de hecho lo son —indicó Tristán— pero, ese de allí, es la única diferencia —señaló al rojizo.

— ¿diferencia? ¿por qué? —cuestione intrigado.

Pero con una simple sonrisa y acercándose, la señorita pelirroja se separó del caballo al haberle terminado de cepillarlo y metiendo el cepillo en un balde dijo— porque es mi caballo, su nombre es Blake —y finalmente extendió unos guantes en mi dirección y con una sonrisa de lado recito— cuídalo muy bien, es mi precioso bebe, no soportaría si algo malo le pasara —veía la pena en sus ojos y como por un momento se retractaba de darme los guantes, aferrando su agarre a ellos, pero finalmente aflojó su muñeca y accedió a darme sus guantes— cuídalo mucho —masculló.

Pero con una simple sonrisa y acercándose, la señorita pelirroja se separó del caballo al haberle terminado de cepillarlo y metiendo el cepillo en un balde dijo— porque es mi caballo, su nombre es Blake —y finalmente extendió unos guantes en mi di...

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— ¿por qué me lo das si tienes miedo de que le ocurra algo? —

Su sonrisa había desaparecido hace mucho y ahora solo me miraba serena— porque Blake es el único de los caballos de la tropa de Marmóreo que sabe como llegar a Crims, además de Terrence —informo con simpleza.

— ¿Terrence? — cuestione con una ceja alzada.

— el caballo de Tristán —mi mirada se dirigió al caballo blanco que Tristán montaba.

— el caballo de Tristán —mi mirada se dirigió al caballo blanco que Tristán montaba

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— oye, sino quieres que lo... —

— la única razón por la que te doy a Blake es porque el futuro del submundo está en tus manos —fruncí mi ceño— quiero que el país de las maravillas este completo y que pueda reinar la paz y si eso significa dar a Blake como tributo para ser parte de la historia y así poder contribuir, lo haré —parecía muy decidida en lo que decía— no quiero mas enemistad, quiero que este lugar esté lleno de alegría y soberanía —finalmente dejó el balde a un lado y puso una mano sobre mi hombro con una sonrisa sincera— y creo firmemente en que tanto tú como Tristán pueden darle ese futuro a El país de las Maravillas, sé que con ambos este lugar será mucho mejor de lo que es —y sonrió, como casi siempre lo hace, ella sonrió, sus rizos estaban sobre su rostro.

— Ryan ¿estás listo para este viaje? —fue entonces la reina Mirana quien apareció a mi lado con otra sonrisa reconfortante.

Mi mirada volvió a Andy, para luego mirar a la reina Mirana y bajarla— no sé realmente qué esperan de este viaje, pero —mi mirada fue a los guantes aún en las manos de Andy, ellos confiaban en que esto haría un cambio, en que podría haber algo que me impulsará a tomar un cargo real en este lugar, en que el pasado podría cambiar con Tristán y conmigo— lo intentare —me estaban dando confianza, me estaban dando apoyo.

Y yo realmente no sabía qué esperar.

— andando Ryan, nos espera un gran viaje —y finalmente la voz del principito me hizo levantar la mirada a él, quien sonreía de lado con orgullo.

Entonces tomé los guantes en las manos de Andy y caminé hacia Blake mientras me ponía los guantes y trataba de subir al caballo.

Y cuando finalmente lo había hecho, Andy y la reina Mirana nos miraban desde las escaleras— cuidaré todo lo que pueda de él, pelirroja —informe para reconfortarse.

— me conformo con eso —dijo con una sonrisa de lado.

— buen viaje, muchachos —la reina Mirana nos despidió con su mano, mientras Tristán arrancaba con su corcel y yo iba tras de él.

El Príncipe Rojo: La prueba de un príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora