Descendientes - Tristán preocupado

50 3 4
                                    






-EL VALOR XV-











Esto... era... extraño

— eh, Tristán —masculle tratando de alejarlo delicadamente.

Era la primera vez que alguien me abrazaba, se sentía extraño. Pero, viniendo de Tristán, era aún más extraño.

— Pe...pe... —sí estaba llorando— pensé que el Galimatazo te había comido o algo así —fruncí mi ceño.

— ¿Qué es el Galimatazo? —cuestione cuando se separó de mí y sorbió su nariz.

— es... era la criatura favorita de tu mamá, vive cerca del bosque encantado en el bosque Turgal —aún estaba llorando.

¿Por qué seguía llorando? Aunque sorbió su nariz, parecía que seguía llorando.

— ¿sabes que estás todo rojo? —cuestione con una ceja alzada.

Por un momento quedo quieto, recuperando la compostura y luego se abalanzó nuevamente hacía mí— ¡¿SABES QUE TE VOY A MATAR, IDIOTA?! —me había tomado del cuello de mi camisa— ESTABA A PUNTO DE MANDAR GUARDIAS A POR TI, ESTABA A PUNTO DE DESTRUIR EL BOSQUE ENCANTADO PARA ENCONTRARTE ¡¿POR QUÉ TE DESVÍAS? SINO VINE POR ESTE LUGAR ES POR UN A RAZÓN —gritó prácticamente en mi rostro.

Tragué fuerte frente a la situación, aunque su voz era elevada sentía que me estaba regañando por algo malo que hice.

— solo quería explorar —masculle con recelo.

Entonces solo mi camisa— es lo que hacemos, explorar, pero solo por donde yo te diga —

— eso no es explorar —

— solo te estoy llevando por el camino seguro, hay muchos lugares del submundo que no es para nada seguro, ¿qué tal si hubieras ido cabalgando hacia el bosque Turgal solo? te habría devorado el Galimatazo de un solo bocado, shukrn —todo este tiempo estuvo hablando exaltado, pero con un suspiro dijo lo último— escuchame Ryan, nuestra misión solo es ir al castillo Crims, ¿okay? El Submundo muchas veces puede ser un lugar maravilloso y sonrisor, pero también muy turgal y peligroso —decía palabras igual de extrañas que mi madre cuando se enojaba.

Lo sé, eran palabras propias del Submundo, algunas me las sabía, sonrisor tenía claro que era alegre y turgal oscuro, por lo cual me fue fácil entenderle, pero aún parecía preocupado, sus palabras me lo decían.

— ¿qué pasa si hubieras ido al desierto rojo tú solo? ¿eh? —

—no tengo idea, nunca he estado aquí —¿no sería mejor aprender todo? Después de todo ¿no viviría aquí?

— EXACTO —exclamó con ojos saltones— es por eso que debes estar conmigo y no separarte, porque puedo protegerte, si algo te pasara me culpará toda la vida, Ryan, entiendelo —

— ¿culparte? —pregunte frunciendo mi ceño.

— ¿no es obvio? —cuestiono para atrás.

¿Por qué se culpará?

— olvídalo —dijo casi al instante— ¿dónde está Blake? —miro para todos lados—no se lo habrás enseñado a Absolem ¿cierto? —

Alce mis cejas impresionado—¿tú también conoces a Absolem? —

— conozco a todos en el submundo, Ryan, es mi trabajo conocerlo a todos —

Al final encontramos al intrépido y escurridizo Blake junto a Terrence, justo donde Tristán lo había dejado, pues según Blake había sido guiado por el olor de las sicumbuesas y no se pudo resistir.

Concluimos en que la ración de las manzanas de Blake estarían disminuidas.

Volvimos al camino que Tristán había previsto para nosotros, según él sin peligro aparente.

— eres un aburrido —masculle con pesimismo.

¿Por qué por el lugar más seguro?

Aún así, seguí sus pasos sin importar que, no quería volver a verlo llorar en mi hombro.

Eso era extraño.

— solo te protejo —aclaró.

Aún seguía extraño, sentía su enojo, sería mejor guardar silencio por el momento.

Finalmente habíamos parado en una casa abandonada, según Tristán era la casa del señor McTwis y que sería mejor que no destruyeramos nada porque sino se enfureciera con nosotros.

No tenía idea de quién era McTwis, pero tampoco tenía ganas de preguntar, el sueño era más fuerte para mí.

Tristán había puesto leñas y habían encendido la chimenea, era afortunado de haber escogido el sillón más grande la casa, aunque al menos me podía sentar, el tal señor McTwis seguramente era muy pequeño.

Y ahí, mientras Tristán veía la chimenea, en cuclillas, por un instante lanzó una pregunta a la habitación.

Una que realmente me dejó en el aire.

— ¿por qué Meido? —fruncí mi ceño frente a la pregunta de Tristán.

El Príncipe Rojo: La prueba de un príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora