Mis padres no les dieron importancia a mis averiguaciones en los álbumes que tenían casi un siglo de vida. Casi un siglo porque mi abuela conservaba uno muy antiguo, que había pertenecido a sus padres. Allí encontré fotos con fechas increíbles: 1888, 1897 1900.
¡Un siglo! ¡Cien años! Encontré postales fechadas en Panamá en 1900, escritas por el abuelo de mi madre. Me llamó la atención una que decía: "Esta guerra es lo más cruel y terrible que hemos vivido': 12 de octubre de 1900. Pienso en ti y en nuestras criaturas en todo momento y solo deseo que Dios ilumine la mente de nuestros compatriotas y pongamos fin a esta carnicería que ya no tendrá vencedores sino vencidos", leí conmovida, avergonzada por haber visto lo que no estaba dirigido a mí.
Tuve que hacer muchos esfuerzos para no seguir leyendo. Menos esfuerzos que los que hice para entregarles la postal a mis padres. Tal vez quisieran conocer su contenido.
-Habla de la guerra de los Mil Días -me aclaró después mi padre.
-¿Una guerra de mil días?
-Sí -respondió él-. No sé si duró exactamente mil días, pero así ha quedado grabada en la historia. Fue una guerra entre liberales y conservadores. Es el mismo abuelo que pintaba. Mejor dicho, tu bisabuelo.
Para que mi plan tuviera los resultados que yo esperaba, debía ponerle orden a cada cosa. ¿Podía volver a ver esas fotos delante de mi abuela, hojear el álbum delante de ella?
Mis padres no se opusieron. Que tuviera eso sí mucho cuidado, que no sacara las fotos de su sitio.
Mi madre me ayudó en algunas dudas. No tanto. Me ayudó con el nombre de los pueblos y ciudades donde se pudieron haber tomado algunas fotos y con el nombre de algunos familiares. Mi madre también tenía serias dudas sobre algunos rostros. No los identificaba muy bien, pues había rostros que nunca había visto.-Este parece que es un primo hermano de mi madre... -decía, pero no estaba segura-. Yo creo que esta foto la tomaron cuando mi madre y mis abuelos vivían en Cali. Allá al fondo se ve el puente Ortiz -decía con seguridad cuando identificaba de inmediato personas y lugares.
-¿Qué hacía la abuela en Cali? -le pregunté
-Al padre de mi madre, mejor dicho, mi abuelo, es decir, tu bisabuelo, le ofrecieron un trabajo muy bueno en un ingenio azucarero que quedaba cerca de Cali y se trasladó para allá con la familia. Mi mamá contaba que allá había pasado los años más bonitos de su infancia corriendo y jugando entre los cañaduzales, que hacía mucho calor, que le gustaba la piquiña que producían las hojas de la caña cuando le rolaban las piernas y los brazos. Cuando el calor era muy fuerte, se iban a veranear a tierra fría en un pueblo llamado La Cumbre. ¡Mira! Creo que este es el pueblo.
-¿Cómo lo sabes?
-Por la ropa que llevan puesta -dijo-. ¿No ves que están muy abrigados?
Anoté en la libreta: "1927-1950". De los cinco a los ocho años en Cali, juegos en los cañaduzales. El río grande que se ve en algunas fotos debe ser el río Cauca. El río delgado que corre por la avenida es el río Cali. Viene de las montañas, al occidente.
-Más allá, al otro lado de la cordillera -dijo mi mamá-, está el océano Pacífico. No sé si hay fotos, pero mi mamá contaba que habían viajado a Buena-ventura atravesando la cordillera. Se hospedaron en un hotel muy bonito recién construido.
-¡El Hotel Estación! -dije entusiasmada y señalé la fotografía. La abuela niña y sus padres posaban a la entrada de un magnífico hotel blanco. Una fecha: 1929. Los hombres vestían traje blanco, sombrero panamá y zapatos de dos colores. Todos llevaban corbata.
-Si no estoy mal, ese hotel lo construyeron en 1928 -dijo el ingeniero Blanco, mi padre.
Había empezado ya la primera etapa de mi plan. Y le puse un título: "Recordando que soy niña con la abuela".
Tenía que ir por partes para no perderme. Tengo que ir por partes para que ustedes tampoco se pierdan. Y llegando a este punto, me encojo de emoción y se me enfría la piel. Si pudiera olvidarlo, lo olvidaría.
Me encontraba en ese momento de mis planes cuando la abuela sufrió el accidente que la mantuvo en cama por cinco semanas que para mí fueron como un año. Nadie pensó que fuera a accidentarse al subir a su silla de ruedas. La enfermera no lo calculó, no lo calcularon mis padres ni lo calculó nadie. Tropezó, la enfermera perdió el equilibrio porque sostenía el peso del cuerpo de la abuela al tratar de acomodarla en la silla y ambas cayeron al suelo.
ESTÁS LEYENDO
En la laguna más profunda.
Teen FictionNovela de Óscar Collazos, escritor, periodista y crítico colombiano. Es una obra perfectamente accesible para lectores jóvenes.