Capítulo 9

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Capítulo 9: Una dulce travesura

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Capítulo 9: Una dulce travesura.

Micaela Maxwell Alston.

Bajé del taxi frente al starbucks acomodando la falda del uniforme que milagrosamente hoy traigo perfectamente colocado. Tomé la mochila poniéndola en mi hombro y entré a la cafetería a la que Alejandra me trajo el día que nos conocimos. Las personas de todas las edades llenan el lugar junto al delicioso olor del café recién hecho. Mis ojos encontraron una mesa desocupada en lo último del local, cerca de un amplio ventanal y me acerqué sentándome en el cómodo sofá marrón.
Le pedí a la chica que amablemente me atendió un café y dos cruasanes y con una sonrisa me lo entregó a los pocos minutos.

—Buen día nena.

Alcé la mirada ante la voz femenina conocida y me encontré frente a mí a la pelirosa de nombre Alejandra. Lleva la extravagante melena recogida en dos trenzas escocesas y usa el uniforme bien puesto, solo reemplazó la chaqueta del instituto por una chamarra de cuero. Ella sonrió y luego de posar un beso en mi mejilla se sentó frente a mí.

—¿Cómo estás? —preguntó robando un cruasán de mi plato.

—Bien. —le sonreí sin mostrar mis dientes y ella soltó una carcajada escandalosa.

—Lo digo porque anoche estabas abrazando las nubes —me miró repentinamente seria—. En realidad creo que te pasaste Micaela, no debiste mezclar pastillas y alcohol.

—No te preocupes. No me pasó nada.

—¿Recuerdas todo lo que pasó anoche? —me miró con burla.

—Sí —reí avergonzada—. Perdí la cabeza.

—No puedo negarlo. Ahora dime, ¿quién te llevó allá?

—Alex Thompson y su pandilla.

Ella alzó repentinamente la mirada y dejó el cruasán sobre la mesa con algo de brusquedad. Observé extrañada como sus ojos abiertos al tope me miran con asombro y algo de intranquilidad.

—¿Branco 36? —asentí— ¿Micaela ya eres un lobo?

—Bueno, salgo con ellos de vez en cuando y...

—Escucha —me interrumpió—, ¿Adrien te tatuó un lobo en alguna parte?

—Pues no —reí—. ¿Por qué lo haría?

—Cuando el líder te tatúa el símbolo de la mafia te hace parte de ella. Aún no eres oficialmente un lobo. Eso es bueno. —murmuró causando que arrugue mis cejas.

—¿Por qué es bueno?

Interrogué. Ella se sobresaltó, quizás no pensó que la escuché. Vi como comenzó a jugar con sus manos y miró a ambos lados antes de sentarse a mi lado.

—Micaela esto no es como lo ves ahora. Parecen divertidas las fiestas, las drogas, el alcohol, pero es más que eso, hay un fondo muy oscuro detrás de todo este brillo que ahora te ciega. Este es un mundo complicado. Aquí nada es lo que parece y recuerda, ellos son lobos, no son cachorros Micaela. Intenta no hundirte, eres una niña todavía y si entras a este juego estarás prácticamente metiéndote en un ataúd. Ellos son lobos, hay muchos monstruos, tú eres una niña y una vez entras, solo hay una forma de salir y me imagino que sabes cuál es.

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