Capítulo 17: Mi infierno apenas comienza.
Narrador omnisciente.
El día había comenzado de la peor forma. El cielo se nubló desde el amanecer, se escuchaban truenos y la lluvia amenazaba con caer en poco tiempo, pero no solo por eso el día empezó torcido. Para Micaela los días de lluvia eran los mejores, siempre los pasaba en su cama, viendo sus series policiacas favoritas y comiendo dulces, pero hoy fue diferente.
La castaña se levantó de su cama cuando se hartó de escuchar los golpes contra la puerta, sus pies descalzos se arrastraron hasta la entrada, golpeó la madera y al otro lado Angélica sonrió sabiendo que la chica estaba despierta. Micaela llegó al baño y evitando ver su reflejo tomó el bote de pastillas que escondía en uno de los cajones, una pastilla de alprazolam se deslizó por su garganta junto con el agua del grifo y metió su cuerpo desnudo bajo la ducha helada. Su pecho se contrajo del dolor cuando no sintió su cabello pegarse a su espalda, cubriéndola, si no que este se adhería a su rostro y cuello.
Salió de la ducha, secó su cuerpo y se envolvió en un suave albornoz blanco. Sus ojos se encontraron con su reflejo y no reconoció a la chica frente a ella y no solo por la cabellera corta si no por lo demacrado de su rostro, por las ojeras que acunan sus ojos verdes carentes de sentimientos y por sus escleróticas rojizas.—Lo hicieron de nuevo y no te defendiste. ¡Te volvieron a destruir y no hiciste nada maldita cobarde!
Le gritó a la chica en el espejo, la odiaba, era débil, tonta.
Volvió a ser esa niñita rota, desconocida para ella misma. Constantemente se preguntaba quién era la verdadera Micaela Maxwell, quien era la castaña frente al espejo. Pensó que se había encontrado, creyó que podría ser la chica buena de sus padres, estudiar una carrera, dirigir las empresas de la familia y escaparse de vez en vez con Alex a algún bar tranquilo. Pero ahora volvió a perderse, sus ideas son retorcidas, sus gustos son asquerosos, sus fantasías son perversas, odia a todos, odia a Adrien, se odia a sí misma.
Un río de lava corrió por sus venas, sintió calor en su rostro, ardieron sus ojos por las lágrimas de ira y lo próximo que se escuchó por toda la casa fue el ruido del puño de Micaela impactar contra el espejo, los cristales cayeron en grandes trozos, lo poco que quedó del objeto mostró la imagen desquebrajada de su cara llena de lágrimas y la sangre de sus nudillos ensució el mármol. Entre gritos histéricos desgarró el albornoz y sin importarle los cristales lastimando sus pies caminó hasta la bañera, se acostó dentro ensuciándola con su sangre y ahí, abrazando su cuerpo frío se deshizo en lágrimas.
Al otro lado de la ciudad el día empezó horrible para Adrien, un chico que siempre vio los días nublados como un perfecto paisaje para cometer crímenes y perder la poca cordura que le quedaba. Hoy no puede decir que despertó, ya que en ningún momento durmió y no sirve de nada mentir, él nunca dormía, cuando no había fiestas, pasaba las noches mirando por la ventana o recorriendo las calles en moto pero él no dormía y si le preguntas la última vez que lo hizo seguramente no va a poder responder, aunque sabe que lo hizo hace pocos días, abrazando el despampanante cuerpo de Micaela.
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Obsesión
Teen FictionMicaela Maxwell Alston, una adolescente que usa vestidos rosas encima de un corazón lastimado y una mente atormentada. Ella sabe lo que es el dolor, ella sabe lo que es sufrir y sobretodo sabe ocultarlo detrás de una sonrisa. Adrien Baumann Carey, u...