Micaela Maxwell Alston, una adolescente que usa vestidos rosas encima de un corazón lastimado y una mente atormentada. Ella sabe lo que es el dolor, ella sabe lo que es sufrir y sobretodo sabe ocultarlo detrás de una sonrisa.
Adrien Baumann Carey, u...
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Capítulo 20:Imán de problemas.
Micaela Maxwell.
Mi brazo chocó contra el de Adrien, con fuerza lo empujé y atravesé la entrada dejándolo atrás. Malhumorada caminé por el viejo gimnasio guiada por los gritos y alaridos de los pandilleros. Subí por una escalera de metal hasta llegar a una especie de parco donde los Branco 36 se encuentran.
—Hombre, por fin llegan.
Dijo Alex, viendo a Adrien aparecer detrás de mí. Ignorando la conversación que comenzó entre los hombres me apoyé en el desgastado barandal del balcón para admirar el lugar. Hay un cuadrilátero de boxeo en el centro del lugar y los cientos de pandilleros hacen escándalo observando a las dos chicas que se golpean con fuerza. Analicé cada milímetro del lugar y mi ceño se frunció al ver caras desconocidas del lado izquierdo del cuadrilátero.
—¿Quiénes son los nuevos?
Pregunté. Los chicos pararon su conversación sobre sabrá Dios qué y voltearon a ver en la dirección en la que mis ojos están fijos.
—No son nuevos —habló con frialdad Gabo—. Son pandilleros del Cartel del infierno, la organización de Pablo Rodríguez. Son los mayores enemigos de los Branco di lupi.Llevan treinta años en el negocio, veintinueve jodiendo a nuestra organización. Son latinos, provenientes de México, Colombia y Ecuador en su mayoría. Nadie recuerda exactamente por que comenzó la enemistad entre Rodríguez y Lepore, pero todos saben el odio que se tienen, el cuál llegó a infectar la amistad de Adrien y Álvaro García, el segundo al mando.
Todos observamos hacia allá y como si hubieran sentido nuestra mirada dos chicos del grupo voltearon a vernos. Me fijé más en uno de ellos, un hombre quizás en sus veinte años, de piel bronceada y cabellos negros y no lo hubiera mirado más de cinco segundos si sus ojos marrones no estuvieran pegados a mí. Una sonrisa maliciosa apareció en sus finos labios y casi al mismo tiempo sentí un fuerte brazo rodear mi cuello. Sobre el hombro vi a Adrien, pegándome a su pecho con posesión a la vez que mira amenazante al enemigo. El muchacho borró su sonrisilla al ver al pelinegro y sus ojos parecieron oscurecerse del desagrado.
—¡Hey Branco 36!
La voz masculina robó nuestra atención. Por las escaleras sube Spencer Atman Davis, el chico de cabellera colorida que vi el primer día anunciando la piñata humana y que luego descubrí que después del italiano y de un chico misterioso que nadie conoce es uno de los mandamás de la organización, además de ser el encargado de poner orden entre los pandilleros.
El muchacho llegó hasta nosotros con una amplia sonrisa y luego de saludar a Adrien con un choque de puños alborotó mi cabello sacándome una sonrisa.
—Parece que ya vieron a las escorias del infierno.
Dijo, viendo con una mueca de asco la zona donde están los enemigos de la organización.