Micaela Maxwell Alston, una adolescente que usa vestidos rosas encima de un corazón lastimado y una mente atormentada. Ella sabe lo que es el dolor, ella sabe lo que es sufrir y sobretodo sabe ocultarlo detrás de una sonrisa.
Adrien Baumann Carey, u...
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Capítulo 21:Masacre.
Micaela Maxwell Alston.
Pasé entre las gruesas cuerdas del ring y me subí al cuadrilátero. Con decisión caminé hacia donde Thomas y Gabriel le vendan las muñecas a Adrien, preparándolo para pelear. El pelinegro alzó la mirada y al verme una sonrisilla malvada danzó en sus labios.
—¿Qué? ¿Quieres más?
Preguntó. Me removí incómoda entendiendo el doble sentido en sus palabras y eso solo hizo que su sonrisa se agrandara.
—Gilipollas.
—¿Esos son los animos que le das a tu líder? —preguntó Thom en tono burlesco.
Rodé los ojos.
—Déjennos solos.
Dijo Adrien. Los chicos terminaron de vendar sus muñecas y bajaron del cuadrilátero. El pelinegro se apoyó en las cuerdas y me observó ladeando la cabeza.
—¿Qué? —pregunté, cruzándome de brazos frente a él.
—¿No vas a darme ánimos como me merezco?
—¿Tengo cara de porrista?
Soltó una risilla. Separó uno de sus brazos de las cuerdas y después de tomar una de las solapas de mi chaqueta tiró de mí, dejándome sobre su pecho desnudo.
—¿A qué se debe tu mal humor? —preguntó, rodeando mi cintura con su brazo.
—A que eres idiota. ¿Ya se te olvidó lo que hablamos allá arriba?
—Créeme que no he olvidado lo que pasó allá arriba.
Bufé molesta y me separé dándole un golpe en el pecho. Él se incorporó, sus dedos tomaron mi mano y tiró de mí para volver a abrazarme.
—Deséame suerte ¿no?
Habló mirando de reojo como su rival, Álvaro García sube al ring. Miré al latino, él sonrió en mi dirección e inmediatamente aparté la mirada, centrando mis ojos en el pelinegro.
—No la necesitas.
Solté de mala gana y él rió. Mi mano subió por su torso y tomé su cuello antes de inclinarlo hacia mí y morder su mejilla sacándole un quejido. Le sonreí una última vez con cierto toque de frialdad y me separé de su cuerpo. Él imitó mi primera acción y después de poner su arma en la palma de mi mano bajé del cuadrilátero y me posicioné junto a los demás Branco 36.