Capítulo 11

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Capítulo 11: Desobediente

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Capítulo 11: Desobediente.

Micaela Maxwell Alston.

Sin mirarme a los ojos se sacó la chaqueta de mezclilla oscura y me ayudó a ponérmela antes de envolver mi muñeca con sus dedos y tirar de mí por el muelle. Caminamos por la playa, rodeamos la casa donde la fiesta parece estar mejor que nunca y cuando llegamos al estacionamiento nos detuvimos junto a un McLaren negro. El chico abrió la puerta del copiloto y luego de hacerme subir, rodeó el coche y se montó al volante.

Nos sumimos en un incómodo silencio. Él conduce apretando fuertemente el volante y con la mirada pérdida, como si estuviera pensando en más de mil cosas a la vez y yo, yo solo observo al frente sin saber que decir o hacer. En mi cabeza dan vueltas no solo nuestra discusión y sus advertencias si no también su conversación con aquel hombre desconocido para mí. Aquellas palabras que parecían tener un trasfondo oscuro, la mirada que Adrien le daba al muelle sabiendo que yo estaba debajo de este, la preocupación en sus ojos tras aquel mensaje y ahora, la forma en la que derrocha inquietud.

-Préstame atención.

Habló, rompiendo bruscamente el silencio y al mirarlo noté las gotas de sudor resbalar por su sien y la pesadez con la que respira.

¿Qué está pasando contigo Adrien?

-A partir de ahora te llevaré al instituto y te recogeré a la salida. No irás a la casa a no ser que yo o uno de los chicos te lleve. No quiero que andes sola por ahí y si ves algo extraño a tu alrededor, lo que sea, debes informarme inmediatamente. ¿Te quedó claro?

Me miró por un segundo antes de volver a concentrarse en la carretera y aunque sentí un mal sabor de boca tras sus palabras no lo pensé demasiado para asentir.

-Está bien Adrien. Lo que tú quieras pero -relamí mis labios, acomodándome en el asiento para verlo-, ¿por qué me dices todo esto ahora?

-Te estás moviendo en terrenos peligrosos. Parece que aún no lo notas.

-¡Lo noto! -exclamé-. Solo no comprendo que ha cambiado últimamente. Hace días nos estábamos divirtiendo en una fiesta, en una heladería y ahora sales con esto. ¿Qué cambió Adrien?

Sentí mis ojos humedecerse y coloqué una mano sobre su hombro, intentando darle la confianza para contarme pero él solo suspiró y después de agarrar mi mano la dejó sobre su muslo y colocó la suya sobre mi dorso, entrelazando nuestros dedos.

-No lo entenderías Micaela. Eres una niña y...

-¡Deja de decir que soy una niña!

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