Micaela Maxwell Alston, una adolescente que usa vestidos rosas encima de un corazón lastimado y una mente atormentada. Ella sabe lo que es el dolor, ella sabe lo que es sufrir y sobretodo sabe ocultarlo detrás de una sonrisa.
Adrien Baumann Carey, u...
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Capítulo 2: Personas nuevas.
Micaela Maxwell.
El recuerdo del percance de esta mañana volvió a mi cabeza mientras daba vueltas por los pasillos y sin poder evitarlo volví a sentirme molesta. Si me lo vuelvo a encontrar juro que sus testículos tendrán un encuentro muy cercano con mi rodilla.
Estoy enfadada.
Ni siquiera toqué la puerta cuando llegué al aula cuarenta, solo abrí de golpe llamando la atención de todos los presentes en el lugar.
—¿Es usted la nueva alumna?
Preguntó el profesor viéndome con desaprobación por mi acto y el encontrarme de mal humor no me ayudó a contestar de la mejor forma.
—¿Me ha visto usted alguna vez por acá? Es obvio que soy nueva.
Los ojos del cincuentón se abrieron ampliamente y los que al parecer son mis nuevos compañeros no tuvieron pudor al comenzar a reír a carcajadas, ganándose una mala mirada por parte del mayor.
—Por esta vez se lo dejaré pasar, pero esa actitud no es adecuada señorita —rodé los ojos—. Preséntese por favor.
Ordenó él y luego de cerrar la puerta me detuve a su lado. Observé a los demás alumnos que me miran con atención y carraspee mi garganta antes de comenzar.
—Mi nombre es Micaela Maxwell. Vengo de Los Ángeles y espero nos llevemos bien. —me presenté brevemente, manteniendo mi voz neutral.
—Lindas piernas. ¿A qué hora abren?
Preguntó gracioso un chico sentado al final del salón. Lo miré mal aunque con una sonrisa tirando de mis labios y por el salón se escucharon algunas risitas que con una mirada el profesor calló.
—Muy bien. Señorita, por favor tome asiento junto a Hanna Butler Foster.
Una chica sentada en lo último del salón alzó su mano y me dirigí hacia ella, pero antes me detuve junto al moreno graciosillo y lo miré con una sonrisa.
—Cuando quieras te paso el horario.
Solté y le guiñé un ojo. Él me miró sorprendido y oyendo las risitas de mis compañeros me senté junto a la chica que me mira divertida.
—Hola. —me saludó moviendo sutilmente su mano.
Es una chica linda. Piel blanca y facciones delicadas. Tiene un par de ojos grandes de un brillante azul y su cabello castaño acaricia sus hombros. Le devolví el saludo y no dijimos nada más, el profesor reinició la clase y ella volteó para prestar atención mientras yo comencé a sacar mis materiales. Cuando me dispuse a tomar algunas notas recibí una notificación de whatsapp y cuidando que nadie me viera saqué mi móvil para luego leer el mensaje ante el cual me encontré sonriendo.