Capítulo 23

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Capítulo 23: Un juego perverso.

Micaela Maxwell Alston.

-Hola.

Dije sin demasiado entusiasmo y sin molestarme en bajar el móvil para mirar a la mujer que irrumpe en mi habitación. No es difícil saber que está muy enojada, a millas de distancia se huele su ira hacia mí.

-¡¿Se puede saber a qué juegas?!

-No entiendo tu pregunta.

-¡No seas cínica! ¡No te crié así!

Gritó furiosa, arrancando el teléfono de mis manos. Una sonrisa socarrona tiró de mis labios y por primera vez desde que entró la miré a los ojos.

-Me criaste para que fuera perfecta -hablé-. Sonrisa radiante, ropa fina y peinado pulcro. Manos delicadas, talentos y aficiones femeninos. Tacones y uñas de porcelana, piel cuidada y ojos brillantes.

Mientras me levantaba repetí esas oraciones que me recitaba cada mañana antes de llevarme al colegio.

-No aprendiste nada. ¡Mírate!

-Aprendí, enserio lo hice. Solo que, preferí olvidarlo -sonreí-. Hace tiempo que no soy la niña perfecta. Lo sabes. Sabes lo que me hicieron, por tu culpa.

-¡No fue mi culpa! -gritó, con esas falsas lágrimas asomándose por sus ojos.

-¡Sabías lo que me hacía y no hiciste nada! ¡Todo por no destrozar la estúpida imágen de familia perfecta!

-¡Cállate! ¡Sabes lo que hice por ti! ¡Te protejí cuando tú...!

Se le cortó la voz y sus sollozos se empezaron a oír.

-¡No me protejiste! ¡Solo cuidaste la imágen de familia ideal que tanto te gusta ver en las revistas! ¡Yo nunca te he importado!

Ella cayó de rodillas y cubrió su rostro para comenzar a llorar.

-Ni siquiera mereces que te llame madre.

Solté con tanto desprecio que me sorprendí, pero al final todo esto lo provocó ella.

-Aunque no te guste, soy tu madre -me miró, roja de tanto llanto-. Y te recuerdo, que guardamos un secreto juntas.

Sonreí.

-Tú, yo y las rosas.

Tomé la chaqueta que descansaba sobre el escritorio y después de recoger mi móvil salí de la habitación pegando un portazo.

Ese secreto. Ese maldito secreto.

Flashback.

-¡¿Qué hiciste?! -gritó, agarrando su cabello con fuerza.

-No tuve opción. -respondí indiferente, me siento completamente fuera de mí.

-¡Estás loca!

-Si hubieras echo algo esto no hubiera pasado. Es tu culpa.

-No, no, no, no.

-Fue tan divertido -sonreí- No puede evitar hacerlo una y otra y otra vez.

-Estás enferma. -me miró con repulsión, desprecio y yo solo pude reírme.

-Me hiciste así.

Fin del flashback.

-Micaela.

Detuve mis pasos a mitad de las escaleras y sin voltearme emití un sonido gutural.

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