Prólogo: 𝗟𝗲𝗲 𝗠𝘂𝗿𝗽𝗵𝘆.

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La carretera que conducía hacia las afueras de la Ciudad de Atlanta estaban transitadas como cualquier otro día. Una en específico de color rojo, tipo Hatchback, quien lo conducía era un señor de no más de 35 años, cabello corto castaño, de iris marrón. Acompañado de una mujer de su misma edad, cabello semilargo de un color rubio, iris verde.

Ambos adultos planeaban su llegada al pequeño pueblo en el que visitarían; King County, olvidándose por completo la presencia de sus dos hijos en la parte de atrás, quienes no estaban muy contentos por el viaje.

-¡Mamá~! ¿Por qué tenemos que visitar a nuestra tía Justice? Está muy lejos.- La pelicastaña de iris miel, llamada Isabella, preguntó fastidiada de estar una hora incómoda en el asiento.

-Porque hace mucho que no veo a mi hermana y queremos darle una sorpresa adelantada.- Respondió con una sonrisa la mamá de Isabella: Charlotte.

-¿No les da alegría visitarla?

Preguntó el hombre de familia: Mason Murphy.

-Sí, pero les dije que quería ir a la playa antes de visitarla en su cumpleaños.- Seguía reprochando la niña de 14 años. Prácticamente, la pelicastaña menor era la típica niña que lo quería tener todo. -Además, mis primos son muy enfadosos y molestos.

-¡Isabella Murphy, no hables así de tu propia familia! Sino, no haremos tu fiesta de quinceañera, ¿me oíste?

-Calma, amor.

Tranquilizó Mason a su esposa, tomándole de la mano sin que dejara de conducir. Miró por el espejo retrovisor de arriba, mirando como su hija se cruzaba de brazos aún molesta. Suspiró desganado.

La pelirrubia mayor volteó a ver de reojo al único integrante de la familia Murphy que no había dicho ni una palabra en todo el camino, comenzándola a preocupar.

-¿Lee? ¿No estás emocionado por ver a tus tíos y a tus primos?

El aludido no contestó, siguió observando por la ventana inexpresivo, apoyando su codo en el respaldo de la puerta.

-¿Acaso eres sordo, inútil? Te está hablando mi mami.- Sin cuidado, Isabella le dio un "ligero" golpe en el hombro al pelinegro.

La progenitora de ambos, al ver lo que hizo su hija, la regaña por esa acción suya.

-Si con felicidad de verlos te refieres a que tengo que fingir que me caen bien sólo para agradarles. Claro.- Responde con sarcasmo y sincero, dejando un silencio incómodo en el ambiente del auto.

Lee Murphy, cabello negro corto, iris marrón, de tez un poco morena. Su edad actual es de once años, siendo el miembro menor de la familia Murphy. Nació con una ceja partida del lado derecho, portando una gorra, marrón con blanco. Vestía un playera azul, debajo de esta, una camisa de manga larga color blanca. Pantalones negros y unos botines de piel a su medida.

Seguía manteniendo un rostro serio y neutral, sin apartar la mirada de la ventana, su mirada decía lo mismo.
El ambiente incómodo aún no salía, se sentía cada vez más denso el aire.

-Es una perdida de tiempo. Y será peor cuando se nos acabe la gasolina.- Siguió respondiendo el protagonista con un tono neutral.

-Deja de ser tan negativo Lee, tan sólo faltan como unas tres millas en adelante.

-Con más razón.

El silencio sepulcral se volvió de nuevo presente, los padres de ambos niños no sabían el porqué sus hijos actúan de esa manera tan egoísta, bueno, Isabella era la que mostraba signos claros sobre visitar a su tía.

-¡Ya sé!-. Exclamó feliz el progenitor de Isabella y de Lee, asustando a ambos mencionados. -¿Qué tal si jugamos a un juego durante el tiempo que nos queda?

-¡Es una gran idea, cariño!-. Charlotte captó la idea de su esposo; quería aligerar el ambiente. Con una sonrisa se dirigió a sus hijos. -Jugaremos al famoso juego del "Yo veo veo".

-No gracias, mamá, Papi y tú pueden jugar a gusto.- La ojimiel quiso oponerse, pero tragó saliva cuando vio que su madre le mandó una mirada enojada.

-No te lo estoy preguntando, jugaremos sí o sí.- Ahora se dirige a su hijo menor, cambiando rápidamente de faceta hacia él. -Eso va para ti también, Lee.

El pelinegro la miró, subió y bajó los hombros indiferente.

-Como sea, después de todo, no tengo de otra.

-Bien, ¡me gusta esa actitud!-. Mason comenzó a pensar en algo, mientras miraba alrededor para comenzar con las pistas. -Okay, yo empiezo. ¡Yo veo, veo...! Algo que se mueve muy rápido, pero que se repite. Tiene color verde.

-¡Humm! ¿El aromatizante que cuelga del auto?-. Dice dubitativa Isabella, recibiendo una mirada incrédula por parte de su padre, quien negó divertido.

-¡Nop! Está afuera.

-¿El pasto?

Ahora Charlotte responde dudosa. Mason, nuevamente negó, riéndose. -¡Jaja, tampoco!

-Entonces es la naturaleza que muy pronto ya no lo será por el calentamiento global.- Los demás se quedaron callados por el comentario de Lee. -Nah, mentira, son los árboles de la vida.

-¡Así es, hijo!

-Vaya, Lee, creí que eras pésimo para este tipo de juegos.

-Al menos no soy una caprichosa diligente con problemas de bipolaridad con Síndrome de Down y bulimia.

-¡Por lo menos yo soy una chica popular que le importo a mucha gente por ser ALGUIEN QUE SE EXPRESA!

-¡Niños, ya basta!

-Pero mami, él empezó.- Con su dedo índice, señaló sin educación al ojimarrón, quien miraba a la pelicastaña con ligera sorpresa.

-¡Por una vez en su corta niñez! ¡¿No se pueden llevar bien!?

-¡MAMÁ, ÉL ES QUIEN ESTÁ ENFERMO Y DEBE COMPRENDERME!

-¡Jamás creí ese lado de ti Isabella!-. Siguió reprochando la madre con algo de decepción en su voz.

-¡Charlotte, Isabella! No peleen, por favor. Miren, hay que dejarlo de lado y...

-¡Mason!-. El nombrado se sobresaltó al oír a su esposa llamarlo con cólera. -¡¿No ves que nuestra PROPIA hija está haciéndole bullying a nuestro hijo!? ¡Hay que corregirla!

-¡Apenas se está desarrollando, es la pubertad!

-¡Sí, claaaro!

-Mamá...- Llamó el menor a su progenitora esperando que le haga el mínimo caso.

-¿Saben qué? ¡No debí haber nacido en esta familia de porquería!

«Mierda, de nuevo discuten sin razón alguna». Pensó Lee preocupado en el interior, viendo en silencio como ahora mismo se gritaban entre ellos tres. Mientras que el pelinegro era testigo de la escena provocada por Isabella. Volvió a pensar con sarcasmo: «Pero que gran familia tengo, ¿eh?»

No obstante, sus pensamientos fueron interrumpidos por unas bocinas de policía que se dirigían en dirección opuesta, luego a la par se escucharon el típico sonido del helicóptero volar sobre ellos.

Extrañado, miró hacia el frente de la carretera sin quitarse el cinturón de seguridad, pudo observar a la distancia una silueta que apenas avanzaba en medio de la carretera.

Miró a su padre que estaba concentrado en la discusión que en la carretera.

Estando cerca de la persona con la que iban a chocar, asustado y nervioso, lo último que dijo Lee fue...

-¡CUIDADO...!

Pero ya era demasiado tarde. Habían chocado con la persona, Mason no pudo alcanzar a desviarse, a causa de eso, hizo que el auto cayera hacia un barranco fuera del camino.

Fue cuando supo Lee que no sobreviviría a un choque, sabiendo las consecuencias. Sin embargo, hasta el destino tiene a sus favoritos que cambiarán la historia, porque él es un niño diferente.

❝𝗧𝗲 𝗽𝗿𝗼𝘁𝗲𝗴𝗲𝗿é 𝗰𝗼𝗻 𝗺𝗶 𝘃𝗶𝗱𝗮, 𝗖𝗮𝗿𝗹 𝗚𝗿𝗶𝗺𝗲𝘀❞ (𝐓𝐖𝐃)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora