T1/Capítulo 0: Comenzar Desde Cero.

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Podía oír a la distancia unas voces que reconocería en mi vida, gritos de horror, súplicas y, ¿gruñidos?

¡NO! ¡POR FAVOR, DÉJAME IR!

—¡ISABELLA, VUELVE!

Sollozos de tristeza y desgarramiento, eran mi madre y mi hermana pidiendo ayuda, pero se escuchaban lo contrario.

Traté de abrir mis párpados, los sentía pesados dificultándome abrirlos por completo, apenas miraba borroso sin saber que había pasado.

Sentía que algo me jalaba por debajo de mis brazos, hasta quedar alzado como si alguien me cargara, quería ver quien era el que me cargaba, pero no podía abrir mis párpados.

No sabía cuánto tiempo estuve dormido, sentía que era una eternidad o que simplemente quizás esté muerto.

Me desperté de golpe al tener una maldita pesadilla, me iba levantar con rapidez pero sentía que mis muñecas estaban aprisionadas por algo.

Genial, estoy atrapado en una cama de un desconocido, simplemente genial.

Traté de jalar mi muñeca, pero fue mala idea, rápidamente el dolor de esta y las punzadas que me daban fue un dolor grave, aparte de que sentí otro dolor mayor que en mis muñecas dirigidas hacia mi pierna derecha. No hacían falta mis quejidos a cada rato que intentaba desatarme.

Por última vez, jalé nuevamente de mis muñecas, sin embargo, no funcionó como creí que pasaría. «Malditas películas, me engañaron». Y pensar que en verdad resultaría, demonios.

Además, ¿cuánto tiempo estuve dormido? Más importante: ¿Quién me salvó? No soy tan idiota cómo para saber que estoy en una maldita habitación con maderas puestas en las ventanas.

—Veo que ya despertaste.— Habló de repente una voz tranquila y grave.

A mi izquierda se hallaba un tipo de complexión promedio, cabello negro y corto a un estilo rebelde, su iris la traía del mismo color, sólo que su mirada era una seria y firme al igual que se expresaba.

Internamente me puse nervioso, supongo que él es quien me “salvó”, aunque no lo veo muy contento en que me vea aquí.

Su silueta caminó hasta el otro extremo de la habitación, para luego agarrar una silla de madera y sentarse a un lado de mí, excepto que estaba tomando distancia... extraño.

Se volvió un ambiente incómodo y tenso, o no sé si es por el calor o por la falta de aire que necesito en estos momentos. Quería decir algo, pero lo típico y lo más estúpido sería preguntarle en dónde diablos estoy; prefiero ahorrarme las palabras.

El pelinegro mayor comenzó a hablar. —Te curé la herida de la pierna. ¿Cómo te sientes?

Dudé en responderle, miré de reojo mis muñecas atadas a la cama, nuevamente, hice contacto visual con el desconocido, hasta responderle un simple:

—Bien, gracias.— Desvié la mirada hacia las frazadas de la cama. Se miraban desgastadas y viejas.

—Me llamo Roy, soy quien te sacó del auto hecho mierda a unos cuantos kilómetros del este, y estás en mi casa a salvo.

—Amh, bueno, gracias.— Las palabras no sobraban al escucharlo. Pero, no sabía cómo había pasado el choque.

—En fin.— Se levantó de la silla, para luego acercarse a mí, por instinto me separé de él aún desconfiado. —Tranquilo, sólo déjame...— Finalmente, tocó con la palma de su mano mi frente, me quedé dudoso por esa acción. —Hum~. No estás caliente, la fiebre ya te hubiera matado.

❝𝖳𝖾 𝗉𝗋𝗈𝗍𝖾𝗀𝖾𝗋é 𝖼𝗈𝗇 𝗆𝗂 𝗏𝗂𝖽𝖺, 𝖢𝖺𝗋𝗅 𝖦𝗋𝗂𝗆𝖾𝗌❞ (𝐓𝐖𝐃)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora