T1/Capítulo 1: Rick Grimes.

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Dos meses después bastaron para que el mundo fuera gobernado por caminantes. Dos meses fueron los suficientes como para experimentar la supervivencia sin bajar la guardia por cada segundo. Dos meses en el que Roy y yo nos tomaramos confianza hasta que un caminante lo mordió y... me pidió que le disparase, su destino cayó en mis torpes manos, pero que sin duda es algo con lo que no me arrepiento hasta ahora.

Actualmente, me encontraba varado caminando sin rumbo fijo en un pueblo, mi brazo me dolía mucho gracias a que hace una hora, me había encontrado con un perro llamado Max, quien resultó ser poco amistoso y desconfiado, el canino me había dado una gran mordida en mi brazo por tratar de callarlo para que los caminantes no oyeran los ladridos. Supe en ese instante que no le caía bien a los perros.

Por suerte, traigo en mis recuerdos las enseñanzas que me decía Roy mucho antes de morir, y a pesar de que lo habían mordido estando al borde de la muerte, siguió enseñándome.

Claramente tuve que matarlo para que no se convirtiera en una de esas cosas, sin embargo, no creí que su muerte me afectaría emocionalmente. Después de eso, me encontraba con grupos que no eran lo bastante buenos para conciderarlos como mis aliados, pero de algo estaba seguro, es que los grupos se desmoronan, procurándome que no sólo los caminantes eran la única amenaza del planeta, sino también las personas.

(...)

—Cielos, duele mucho.— No pude evitar quejarme sonoramente, sin dejar de seguir mi camino.

¿Oh? Pude observar a la distancia un hospital abandonado, bingo. Asumo que tendrán medicina para coserme la herida y limpiarla, o por lo menos vendarla para que dejara de sangrar, sino, atraería a los caminantes con mi olor.

Sin nada que perder o tener otra opción, corrí hacia la entrada de dicha estructura que estaba grandísima. Mi rostro no dejaba de mostrarse sorprendido por lo que veía por fuera, para cuándo me adentré al edificio, me quedé atónito al ver lo lúgubre y terrorífico al ver su estado; definitivamente era peor adentro que afuera.
Bueno, es un hospital; no pierdo nada si busco mínimamente algo con que vendar mi herida antes de que se infecte.

Ya tenía rato observando a la distancia las habitaciones de los pacientes, no me atrevía a entrar a ahí para arriesgarme a que un caminante me atacase; mejor prevenir que lamentar.

Creí que al encontrarme en un hospital abandonado traerían medicinas, analgésicos, vendas, no obstante, pareciera que la gente habían saqueado todo el lugar; inteligente.

Era la tercera vez que subía por medio de las escaleras, adentrándome más a los pasillos con parsimonia. Desde que entré estaba en un completo silencio sepulcral, de por sí, tenía mi arma semiautomática que me regaló Roy cuando me enseñó a disparar, cumpliendo con su palabra de regalarmela.

Las luces parpadeaban como si en algún momento se fuera a cortar la luz, las paredes tenían rastros de sangres junto con algunos agujeros que daban camino horizontal. «Hubo un tiroteo», pensé concluyendo, hasta ya me imagino la escena en la que tuvieron que pasar las personas del hospital.

Apuntando hacia el frente por si había una amenaza, revisaba las habitaciones de los antiguos pacientes, alguno que otro muerto, otras veces estaban vacías pero sin nada útil con que tratar mi herida.

Lentamente, mis esperanzas iban cayendo al no encontrar nada de medicina o mínimo parar el sangrado y limpiarlo. Solté un suspiro cansado, sería una pérdida de tiempo seguir buscando.

❝𝖳𝖾 𝗉𝗋𝗈𝗍𝖾𝗀𝖾𝗋é 𝖼𝗈𝗇 𝗆𝗂 𝗏𝗂𝖽𝖺, 𝖢𝖺𝗋𝗅 𝖦𝗋𝗂𝗆𝖾𝗌❞ (𝐓𝐖𝐃)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora