Aclaraciones:
➜ La serie y los personajes no son míos, son basados en los cómics de The Walking Dead; creado por Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlar.
➜ El protagonista será basado en un personaje icónico de la saga de juegos de Telltale Games...
La adrenalina se apodera de mi cuerpo, el miedo me seguía carcomiendo de píes a cabeza, teniendo que contar el tiempo que para mí iba demasiado lento y tortuoso.
A pesar de que sentía que mis piernas dolían gracias a la fuerza que ejercía de mis cortas piernas, no dejé de correr en el campo abierto con Rick pisándome los talones.
Me detuve brevemente al ver en frente mío una casa grande y blanca a la distancia, le dí una corta y rápida mirada a Rick para seguir corriendo.
—¡Iré a pedirles ayuda!
Le avisé rápidamente, sin oír respuesta de su parte, emprendí nuevamente la corrida con lo que mis píes podían, no me importó que la mochila que tuviera se fuera volando por mí, tan sólo quería ver si alguien podía ayudarnos, auxiliar a un pobre y malherido Carl que seguía inconsciente.
Corrí, corrí, y corrí, hasta que llegué frente a frente a la casa, pude distinguir dos siluetas paradas, una era una adulta y la otra era de menor estatura.
Apenas ni llegué me derrumbe en el suelo cansado, llegando a mi límite de la corrida que me dí hace unos segundos. Tiré mi mochila a un lado importándome de menos.
—¡Papá!
Escuché que gritó la pelicastaña de cabello corto, la miré con dificultad sin dejar de retomar aire en mis pulmones.
—Oh rayos, ¿estás bien?
Otra vez fémina se hace oír, pero está se escuchaba menor y casi igual como Sophia, otra niña.
En frente mío ví a la portadora de dicha voz, sus ojos avellana demostraban preocupación, tenía el cabello corto de color marrón ondulado. Tez blanca teniendo en su rostro muchas pecas en su rostro, no negaba que se me hacía bonita, pero no importaba en estos momentos.
Inevitablemente tosí por la falta de aire que mis pequeños pulmones me proporcionaban, no alcancé lo que la ojiavellana me dijo, sólo sentía que me levantaban con dificultad mientras yo trataba de recobrar el aliento. Correr por todo el bosque, y sentir que se te va el aire, es una combinación bastante fuerte, sin mencionar que seguía vivo.
Escuchaba los pasos apresurados de Rick, se esfumó mi cansancio repentinamente para ver qué Rick llegaba apresurado. Fue al mismo tiempo que la puerta de la casa blanca siendo abierta, dejando ver a un señor de la tercera edad.
Observé que se mostraron sorprendidos al ver a Rick y su hijo manchados en sangre.
—¡¿Lo mordieron!?
—¡Le dispararon!—. Le respondió Rick aún acercándose a la casa, yo también me acerqué con cuidado de no estorbar. —Tu hombre...
—¿Otis?
Pregunta en duda una mujer pelirrubia quien estaba al lado del viejo.
—¡Dijo que busque a Hershel, ¿eres tú!?
El hombre asiente, Rick no tardó en pedirle que le ayudara. El señor ahora llamado Hershel quién era el médico que nos dijo “Otis” después de que le disparara a Carl. Se metieron adentro rápidamente a la casa.
Al regular mi respiración, tomé nuevamente mi mochila con la atenta mirada de la pelimarrón. La observé con cansancio, puesto que ella seguía mirándome seria.
No dudé en que tenía un cierto parecido con la otra mujer quien había avisado a su padre. Sin decirle nada, con pasos rápidos me dirigí a la casa, la pelimarrón pasó por mi lado metiéndose primero para ayudar al mayor.
Al rato dejé otra vez la mochila en una esquina de la casa importándome de menos, tan sólo quería ir a ver como estaba Carl, pude observar que algunos de los que se encontraban en la casa se paseaban de un lado a otro buscando algunas cosas.
Busqué con la mirada al señor Grimes, hasta que lo ví más al fondo en una habitación. Sin dudarlo me acerqué en breve a la escena, dejándome con un sabor amargo en la boca al ver que Carl está más pálido de lo normal. Y más me puse triste al ver las expresiones de Rick, como si aún estuviera en shock por lo acontecido.
—¿Está vivo?
Pregunta entrecortado y tembloroso el pelicastaño, dándole rápidas miradas al canoso y a Carl.
Yo no sabía que hacer en ese tipo de situaciones, jamás me había pasado. Pero teníamos que depender de nuestra confianza a estos desconocidos si queríamos que Carl esté a salvo.
Quería acercarme más, pero la misma pelimarrón de hace unos momentos intervino mi cometido.
—Atrás, no puedes acercarte.
—Pero quiero ver cómo está...— Ella no me dejó terminar, ya que prácticamente me daba leve empujones sacándome de la habitación.
—Estará bien, está en buenas manos.— Trata de alentarme, para después preguntar. —¿Cómo te llamas?
—Soy Lee...
—Soy Aldana, no te preocupes Lee, tu amigo se recuperará, tenlo por hecho. Mi padre es buen veterinario, hará todo lo posible.
Ella volvió a adentrarse a la habitación donde están atendiendo a un malherido Carl.
(...)
Esta es la parte de la historia, quedándome a partir de aquí en laguna mental. :'V.
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