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Se arrodilló con urgencias en la tasa del baño, y de inmediato arrojó todo lo que había consumido en el día

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Se arrodilló con urgencias en la tasa del baño, y de inmediato arrojó todo lo que había consumido en el día.

Se llevó ambas manos a la barriga y dejó que el ardor en la garganta y en el vientre la dominaran.

—Marinette, tranquila... saca todo, saca todo... —como las manitas de Mullo eran muy pequeñas, con dificultad pudo quitarle el cabello que le estorbaba en el rostro.

Le dio unas palmaditas en la espalda y trató de no hacer una mueca ante el pestilente olor.

Cuando la joven terminó de sacar todo, cerró la tapa del escusado y Mullo se encargó de bajar la palanca, mientras que la chica se dejaba deslizar sobre el suelo.

—Ahh... —exhaló con dolor y cansancio—. Duele...

—Claro que duele, ¡te dije que la pastilla era muy peligrosa y tenía sus efectos secundarios! —la regañó como a una niña pequeña.

—Lo sé, pero... no creí que me afectara mucho...

—Pues ya vez que sí, por algo se llama "Pastilla de Emergencia", por que sólo se usa en "emergencias" —volvió a recalcarle como por décima vez en el día.

—Espero que esto no afecte mi cita... —murmuró con cansancio.

—Te dije que la cancelaras, mejor salgan otro día en el que te sientas mejor —se acercó pasándole su manita por su frente—. Ahh... espero que no te dé calentura —farfulló dudoso—. Esto es lo que pasa cuando lo haces sin condón; ¡consecuencias!

—Ya basta Mullo —hizo un ademán con fastidio—. Aprendí la lección, ¿de acuerdo?

—Pues no lo creo, a mí me parece que lo hicieron dos veces, ¡y las dos veces sin condón!

—Deja de decir esa palabra ya —sus mejillas ardieron en calor, mientras que sus cejas se fruncieron ante el bochorno.

—¡Condón, condón, condón, condón! —expresó con ironía—. ¿Quieres que lo repita? ¿Te digo algo para que lo comprendas mejor? Bueno, ¡pene, pene, pene, pene! —Marinette se levantó del piso, ahora con el rostro completamente encendido—. Sólo así podrás aprender a no cometer más tonterías —la siguió por toda la habitación.

—Está bien, está bien, ¡ya! —lo encaró con irritación—. No seas tan fastidioso —murmuró sentándose en la silla de su escritorio.

—¡Ha! ¿Fastidioso, dices? No es mi culpa que no te guste aceptar tus errores siempre que los recalco —se cruzó de brazos, también un poco molesto—. Ahora, si me disculpas, me voy a bajar a cenarme unas galletas con leche y a ver la tele un rato, ¡no me vayas a molestar! —y con toda la indignación posible del mundo, atravesó la puerta de su habitación.

Marinette soltó un suspiro cuando él se fue.

Era verdad, Mullo era el único ser que le decía sus verdades sin ninguna clase de descaro, y lo agradecía mucho, porque de no ser por él, muchas cosas las estuviera viviendo siempre en un engaño.

°Be my Hᴇʀᴏ° [ V̷I̷P̷E̷R̷I̷N̷E̷T̷T̷E̷ ̷ ] [ 𝗟𝗨𝗞𝗔𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 ] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora