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Los rayos del sol atravesaron la ventana y chocaron contra su rostro, dejándola brevemente aturdida al abrir los ojos. Su visión se vio borrosa, sin embargo, sí que pudo distinguir una pequeñita silueta frente a ella.

—¿Marinette? —la voz dulce y chillona se escuchó al pronunciar su nombre. Estaba adormilada, pero aun así su corazón retumbó contra su pecho. ¿Acaso era...

—¿Tikki? —pronunció con anhelo, sin embargo, al comenzar a desempañarse su vista, vio que la silueta era gris y no roja. Finalmente pudo ver claramente sus enormes orejas y sus dos largos bigotes—. ¿Mullo? ¿Eres tú? —se talló los ojos para despabilarse.

—¿Cómo dormiste, Marinette? ¿Ya estás mejor? —inquirió con preocupación extendiéndole una galleta como "desayuno".

La joven se incorporó en su lugar, aceptando la galleta y estirando los brazos. Iba a meterse la galleta a la boca, pero entonces notó que estaba dentro de las cobijas. Frunció el ceño completamente confundida.

—Oye Mullo... yo no recuerdo haberme metido a las cobijas... —volteó a verlo extrañada—. ¿Qué fue lo que... —se interrumpió a sí misma al ver la mirada avergonzada del pequeño y sus mejillitas furiosamente rojas.

—Es que... te quedaste dormida y... y yo... —comenzó a jugar con sus manitas mientras que trataba por todos los medios no verla a los ojos—. Creí que tal vez no estarías cómoda y... te daría frío...

¿Qué, qué? ¿Mullo la había metido en las cobijas? ¿Cómo era eso posible? Mullo era del tamaño de un ratón de verdad, y ella era un gigante en comparación. ¿Cómo había hecho para mover su cuerpo? Seguramente ella pesaba bastante para él y había sido una verdadera batalla hacer esa pesada tarea.

Se llevó un dedo a la boca y lo mordió con fuerza, sintiéndose completamente apenada con el pequeñito.

—Mullo —lo llamó con una mano. El Kwami comprendió la petición y se sentó sobre la mano de su ahora dueña, poniéndole toda la atención posible. Marinette lo observó con sus enormes ojos azules, intimidando un poco al pequeño—. De verdad, gracias —le dio un dulce beso en la frente, sorprendiéndolo.

—No es necesario que te preocupes, Marinette; soy tu Kwami y siempre estaré para ti cuando lo necesites —sonrió con entusiasmo—. ¿Ya estás mejor?

Vio en el reflejo de sus ojos que aún no se encontraba del todo bien, lo que lo desanimó demasiado.

—Perdón Mullo, es que... aún necesito asimilar este nuevo cambio —le sonrió con decaimiento—. Nunca imaginé que él me obligaría a hacer algo así —suspiró al recordar la escena que Viperion le había hecho la noche anterior.

—Escucha Marinette —la tomó del rostro con sus manitas—; sé que puedes estar muy enojada por lo que Viperion te hizo, pero... debes de entender que no lo hizo por un simple capricho o porque de repente se le haya ocurrido la idea.

°Be my Hᴇʀᴏ° [ V̷I̷P̷E̷R̷I̷N̷E̷T̷T̷E̷ ̷ ] [ 𝗟𝗨𝗞𝗔𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 ] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora