XIX

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Ochako había quedado estática ante la vista de sus padres

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Ochako había quedado estática ante la vista de sus padres. Se vio a si misma como una pequeña niña de seis años, sabiendo que hacía algo mal pero sin poder retractarse. Tragó en seco, sintiendo que el aire se le iba de los pulmones.

—¿Ochako? — volvió a repetir su padre.

—Y-Yo... D-digo...

Estaba en blanco. Y Katsuki también. ¿Cómo se suponía que debía actuar en este momento? ¿Debía presentarse y decir que efectivamente, tendrían bebés? ¿O debía estar en completo silencio mientras el hombre delante de ellos juzgaba a la castaña?

— ¿Vas a explicar esto? — Su tono de voz fue severo Ella tiritó en su lugar mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos castaños, pero no fue capaz de decir nada. Las palabras se quedaban atrapadas en el nudo que tenía en la garganta.

—Ocha, siéntate. Podemos... Explicarles.

El padre de ella ahora dirigió su vista hasta el rubio, el cual estaba serio.

— Tu eres el chico que le ganó en el festival deportivo, ¿no?

Bakugo soltó un suspiro pensando que aquella no era una pregunta. Era una afirmación.

—Si, mi nombre es Katsuki Bakugo. Soy compañero de clases de Ochako y también soy su novio. Lógicamente soy el padre de los bebés. 

Hiroshi se quedó mirando al chico como si Bakugo había hablado en otro idioma. El padre de la chica estaba ahí, mirando a ambos de lado a lado sin saber qué decir. Ella inspiró hondo mientras las lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos castaños. 

—Cariño... —escuchó a la señora Uraraka comenzar a hablar, extendiendo una mano hacia su hija, pero fue bruscamente cortada por el hombre a  su lado. 

—Aiko, deja que ella hable. — nuevamente, su tono fue severo. — y espera, ¿"los" bebés? 

Bakugo comenzó a pensar que quizás solo era mejor callarse y hundirse en su propia miseria pero lentamente estaba arrastrando a Ochako en eso. 

—Y-yo... p-paso... 

—¿Qué pasó con eso de que ibas a trabajar duro para ayudarnos y enorgullecernos? —le cortó, impidiendo que hablara. 

Bakugo vio a Uraraka palidecer varios tonos por aquello. Era cierto, no recordaba que su novia tenía problemas económicos así de severos. 

—P-Papá, por favor, déjame explicarte. —gimió entre asustada y muy acongojada. 

—Cariño, por favor... —suplicó la mujer, implorando por su hija. 

—No. Vas a ir a abortar. — fue la decisión. 

Bakugo se tensó casi de inmediato. No era posible, esas cosas que crecían dentro de su vientre, que serían sus próximos hijos, esos fetos que tantas complicaciones hacían pasar a Ochako, ya tenían siete meses. 

S.O.S, ¡Bebé en camino! | KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora