XXII

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Un llanto secundado de otros dos despertó a Ochako del sueño que dormitaba

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Un llanto secundado de otros dos despertó a Ochako del sueño que dormitaba. Miró la hora en el reloj que marcaban las 3:34 am. Ella vio de reojo como Katsuki se removía en la cama, se incorporaba y sin querer despertar a su novia se levantó en silencio a ver a las niñas. 

Tenían tres semanas de nacidas y realmente para ambos no había sido fácil. Si bien Ochako se alegraba inmensamente de todo lo que sus compañeros le habían regalado y de todo lo que la habían ayudado, tenía algo que nadie podría darle: dormir bien estas últimas semanas. Soltó un suspiro mientras escuchaba como una a una las bebés dejaban de llorar y sentía a Bakugo llegar a la habitación, recostarse a su lado y lo abrazó media dormida.

—Gracias por ir a verla tú, Katsuki... —susurró dándole un beso en los labios. 

—Tranquila, estás tan cansada como yo... —respondió en el mismo estado que ella, pasando su brazo por el torso de ella. 

Se escuchó un estruendo en la cocina y eso causó que las niñas comenzaran a llorar. A Ochako se le pasó el sueño del susto y corrió a ver qué sucedía. Katsuki se levantó a revisar a las niñas por su parte. 

—Haré dormir a las niñas, ¿Qué pasó allá afuera? —preguntó en un grito. 

—El gato saltó encima de la maldita encimera y tiró las cosas. Dios santo, Snowball, creí que era un ladrón o algo así. —regañó al gato el cual se refregó en sus piernas a modo de disculpas. 

—Son las malditas cuatro de la mañana, BAJENLE A LOS GRITOS. —Gritó el vecino. 

—¡Tenemos tres hijas, ¿Qué mierda esperas?! —respondió Ochako muy malhumorada a lo cual, no hubieron más réplicas. 

Su nueva casa constaba de una casa de dos pisos que tenía cinco habitaciones grandes más la matrimonial donde cada habitación tenía un baño en las habitaciones. Había sido un regalo, un gran regalo de Yaoyorozu que en un comienzo, Ochako se rehusó a aceptar porque eso era en extremo caro, eran millones de yenes. No tenía mucho dinero y agradecía aquella oferta pero sentía que ella no merecía tal cosa. Era una casa, gigante y a nombre de ambos que Momo les había regalado con una sonrisa en el rostro. 

Antes de que aceptaran si quiera la casa, tuvieron una discusión entre ambos donde al final resolvieron que en algún punto iban a devolverle todo el dinero que la pelinegra había gastado en ellos. Aunque Jiro les dijo que probablemente, Yaomomo jamás aceptaría el dinero de vuelta.  

Y aunque Bakugo era muy orgulloso, sabía que realmente necesitaban aquello más que nada. 

—No puedo creer que nos comprara una casa, Katsuki, una casa. Y no solo eso,  nos compró cunas, y tantas cosas que me siento indefensa, siento que estoy viviendo en otra vida con una casa propia. 

"En algún momento, cuando seas heroína y madre y tengas tu vida tranquila, puedes preocuparte por lo que te regalé." —le dijo Momo. 

En cosa de unos treinta minutos, Bakugo estaba de vuelta en la habitación y se acostaron por fin. 

—Dios, que cansada estoy... —susurró la chica refregándose los ojos. —¿estudiaste para el examen? 

—Me quedé dormido encima del puto libro. 

—¿Se veían bien? Hoy Hikari estaba un poco más somnolienta que Rin y Yumeko. 

—Las tres lloraban con todo lo que daban sus pulmones a si que sí, están bien. —suspiró algo aliviado. — Ya, ¿podemos dormir?

—Por favor... 

Ambos sintieron que un gato se subía a la cama y se acostaba encima de ambos, sin importarle absolutamente nada 

—Oi, oi, baja al gato, se está apoyando en mis costillas. —se quejó el rubio

—Déjalo dormir. Vamos, descansa. —le ignoró la castaña forzándolo a dormir. 

Una típica noche en la reciente primeriza familia Bakugo-Uraraka. 

A que no se esperaban esto jajajant, hoy declaro que ya valí madres, tengo que trabajar en dos horas gentE y sigo despiertAAAAA KDFJNKJDFN

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A que no se esperaban esto jajajant, hoy declaro que ya valí madres, tengo que trabajar en dos horas gentE y sigo despiertAAAAA KDFJNKJDFN. 

Eso, besitos, los amo. 

S.O.S, ¡Bebé en camino! | KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora