XXI

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Un grito cruzó todo el hospital hasta los oídos de Bakugo, quien aún no lograba llegar a la habitación de Ochako

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Un grito cruzó todo el hospital hasta los oídos de Bakugo, quien aún no lograba llegar a la habitación de Ochako. Todas las enfermeras disponibles estaban intentando asistir a Ochako por una, ser una heroína y estar murmurando que era un "hito" lo que estaba por suceder, aunque el no entendía a qué mierda se referían. 

Cuando llegó a la habitación, la encontró sentada, con una expresión de dolor en el rostro, completamente despeinada. Le miró con los ojos con tanto miedo que él mismo comenzó a sentir algo de nervios. 

Aún no focalizaba el hecho de que iba a ser padre. 

—No preguntaré si estás bien. ¿Cómo estás? ¿duele mucho? — finalmente se acercó a ella, sentándose a su lado. 

—Estoy muy asustada... —confesó con los ojos llenos de lágrimas. 

—¿Recién estás empezando con tu labor te parto?

—S-Sí, eso creo... Digo, no lo sé, estoy muy nerviosa Katsuki, tengo demasiado miedo. —declaró con la vista fija en una almohada. 

—Si te soy sincero, comparto tu miedo. Digo, pocas veces me he asustado pero recién me estoy haciendo la idea de que seré... padre. Dios, es tan extraño. —Ochako le miró y solo se soltó a reír con suavidad. — ¿Qué carajo te pasa? 

—Nada, es solo que es lindo... estabas hablando como una persona normal, sin una sola grosería, fue raro escucharte así. 

—Tengo que acostumbrarme a no decirlas delante de nuestros hijos. 

Ochako se río y se inclinó para darle un beso suave. Él correspondió pero ella se separó bruscamente mientras se agarraba el vientre con suavidad. 

—M-Me duele. —susurró. 

—Respira, ¿sí? como mi mamá te enseñó. Inhala, exhala...  Por cierto, ¿Cuándo vendrán a  ponerte la epidural?

—Jajaja... ese es el tema. No tendré cesárea, ni epidural. Será un parto natural. 

Katsuki se quedó mirándola, con un gran signo de interrogación en su cabeza sin entender por completo aquello, hasta que su cerebro hizo conexión. 

—¿Es que acaso estás loca? maldita sea Ochako. No es un niño, son tres. No te dejaré hacer eso. ¡Es peligroso!

—Hey, es mi decisión. No me siento cómoda con que alguien los saque... Y menos con que me pongan una maldita epidural y ni si quiera pueda moverme. 

—Oh, mierda Ochako. —se quejó el rubio pero terminó aceptando su decisión. —Te llegas a morir en el parto y te juro que te revivo a solo para darte un "Te lo dije" 

—Te prometo que no moriré. — le dijo con una sonrisa mientras ahogaba un quejido ante la nueva contracción. 

 

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S.O.S, ¡Bebé en camino! | KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora