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Las clases de tiro fueron aún más abrumadoras para Tyler luego de lo sucedido con su padre y aquel oso.

Cada vez que le dirigía la palabra, Tyler podía sentir la prepotencia y furia en su voz, lo peor de todo era que no solo él era su alumno, otro montón de chicos estaban ahí para aprender del mejor, incluso Blake quien reiteraba que solo asistía para pulir sus habilidades ya completamente dominadas.

—Tienen que entender que los cazadores tenemos un deber, proteger a los nuestros y a nosotros mismo de las bestias que habitan el bosque—decía, caminando frente a sus aprendices, mirándolos con el ceño fuertemente fruncido—Son asuntos de vida o muerte, las manos no les pueden temblar y su espiruto no puede doblegarse, porque si eso pasa, no serán nada más que inútiles cobardes que terminaran muertos.

Al decir eso, Tyler pudo sentir la pesada mirada de su padre sobre él. La practica continuó luego de que terminara su discurso, todos tenían que lograr darle al blanco en menos de tres intentos, si no lo lograban, eran castigados.

Cuando fue turno de Tyler, respiró profundo y apunto, fallando el primer intento, maldijo y lo intentó de nuevo pero volvió a fallar. La última vez, respiró profundo, concentrándose tanto como pudo, pero el resultado solo fue él fallando de nuevo.

—Fallaste...de nuevo—dijo con decepción y disgusto—Ve con los demás, es hora de sus castigos.

—No creo que sea justo que nos castiguen por fallar, apenas estamos aprendiendo—se atrevió a decir Tyler, parándose junto a los demás chicos que no lograron dar al blanco.

—Claro que lo es, Tyler, no creas que porque eres mi hijo voy a tratarte de forma especial—dijo sin la más mínima comprensión—Ahora, saben lo que tienen que hacer, los ganadores se divierten y los perdedores sufren.

Tyler rodó los ojos y junto a los demás, se quitó toda prenda que cubriera su pecho, agradeció que el moretón en su estomago ya no era muy visible, pero eso no evitó que las bolas de nieve golpeando su cuerpo doliera más de lo normal. Esa era su castigo, ser humillados por los más habilidosos, bolas de fría nieve golpeado sus pieles desnudas y expuestas, no era la primera vez que estaba en esa posición, pero siempre era igual de degradante.

Lo peor de todo, es que Tyler podía ver la cara de satisfacción en el rostro de Blake cada vez que pasaba, aprovechando para lastimarlo tanto como pudiera.

Cuando el castigo termino, lo hicieron las clases. Todos se dirigieron a casa, menos Tyler y su padre, ellos se quedaron otro momento en el área de tiro.

—Toma el arma—dijo dejando caer una pesada escopeta en las manos de Tyler—No vas a irte de aquí hasta que logres darle al blanco.

—¿Qué?, pero...

—Vas a hacerlo, más te vale si quieres dormir bajo mi techo hoy, ya que te diste cuenta que no puedes defenderte contra lo que hay afuera no te conviene no hacerlo—dijo con crueldad, alzando la voz—Ahora haz lo que te ordene.

Así fue como Tyler pasó el resto de la tarde, los casquillos vacíos caían a sus pies, pero las balas no lograban dar al blanco, sus oídos zumbaban y su vista ya se había puesto borrosa, no podía hacerlo, realmente no podía, logrando colmar la paciencia de su padre, quien harto de su ineptitud le arrebato el arma de las manos y sin titubear disparo, dando al blanco en el primer intento.

—Cada vez estoy más decepcionado de ti, Tyler—masculló, parándose frente al castaño—¿Acaso tuve dos hijas en lugar de una?, ¿por qué te comportas como una señorita?, no puedes ni sostener bien el arma, no puedes hacer nada, ¿qué ocurre contigo?, eres tan diferente de tus hermanos, ¿por qué no eres como ellos?.

Beast        {joshler} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora