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Se estaba preparando para poder salir, colocándose su gorro, amarrando las tiras de los lados debajo de su mentón para asegurarse de que no se cayera, se puso su pantalón holgado y una camiseta aún más grande que él, luego se cubrió con una chaqueta, escondiendo sus manos con unos guantes al final.

Al terminar, corrió para salir de la cabaña, dando un salto en cada pequeño escalón, terminando por tomar la mano de la mujer que esperaba por él, sonriendo.

—¿Listo?—preguntó la mujer pelinegra de cabello largo.

—Listo—asintió en respuesta, pareciendo emocionado.

Así comenzaron su recorrido, llegando a el pueblo que quedaba un poco más abajo en la montaña, pronto empezaron a rodearse de personas, los sonidos ahora no eran solo del bosque y la naturaleza, sino de la vida de personas y familias.

—Mira ahí, ¿quieres uno?—preguntó la mujer agachándose a la altura del pequeño rizado, señalando un puerto donde vendían chocolate caliente y otros postres.

—¡Sí!—gritó emocionado, corriendo hacía ahí—¿Puedes comprarme un rollo de canela también?.

—Por su puesto, llevaremos algunos más para tener en casa—dijo ella riendo.

—Ese, quiero ese que tiene miel encima—dijo al hombre del puesto, entusiasmado.

—De acuerdo, pequeño—dijo mientras metía el pan en una bolsa de papel y le entregaba el chocolate caliente—Disfrútalo.

Al momento de darse la vuelta para seguir con su camino, el pequeño se detuvo al ver una tienda de juguetes, se acercó tan rápido que tiró un poco de chocolate sobre su ropa pero ni siquiera lo notó. De pie frente a la enorme ventana admiraba los juguetes frente a él, mostrándose especialmente gustoso por un ferrocarril con su propia vía ferria para moverse, lo seguía con la mirada, sonriendo.

—¿Puedo tener eso?—preguntó mirando a la mujer.

Ella, al ver el precio, hizo una mueca y lo miró desanimada—Es muy caro.

Al escucharla, su sonrisa cayó rápidamente, bajó la cabeza y dejó que la mujer tomara su mano para continuar, no sin que antes mirara sobre su hombro el increíble juguete que deseaba tanto tener.

Y en ese instante, Josh abrió los ojos, despertando de su melancólico sueño, hace mucho tiempo que no soñaba con ella. Tocó su pecho sintiendo una extraña presión, dolía, pero no como un golpe, de forma distinta. Se levantó de la cama yendo al baúl que había en la que fue su habitación cuando niño, mirando unos segundos lo que había dentro.

Josh tomó las piezas de aquel ferrocarril que anhelo por semanas, siempre que salía iba a la misma juguetería para verlo moverse, conformándose de que por lo menos podía verlo desde ahí, pero un día ese juguete desapareció de la tienda.

Pero para su sorpresa, ese ferrocarril le fue regalado al día siguiente por la mujer que lo crió, en el día de su cumpleaños,  recordando como se sintió ese día, esa felicidad y emocion, fue un momento que ya había olvidado.

Terminó por sacar todas las piezas junto con el ferrocarril, estaba viejo y la pintura dañada, hizo una mueca al no recordar como debía armarlo pero aún así lo intento.

Tardó demasiado pero al final lo logró, o eso creí ya que se veía un poco diferente de a como lo vio en su sueño, Josh sonrió moviendo su cola de un lado a otro, emocionado de ver de nuevo su juguete favorito moverse pero cuando lo encendió este seguía inmóvil, frunció el ceño y presionó el botón varias veces más, pero no consiguió nada.

Soltó un suspiro y se tiró al suelo sin dejar de mirar el juguete, tomando el ferrocarril y moviéndolo sobre el suelo. Josh acercó el juguete a su cara, entecerrando los ojos al ver que tenía algo escrito.

Beast        {joshler} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora