Capítulo 8

132 6 7
                                    

ANAJU: ¡Cálmate, Cristina!

CRIS: ¡No puedo! ¡Esto es demasiado estrafalario! ¡Sois como hermanos! ¡Hugo es como mi hermano pequeño! ¡No podéis hacerlo!

ANAJU: ¡CRISTINA! ¡NO LO HICIMOS!

CRIS: Ah.

CRIS: Pues entonces ¿qué ocurrió?

ANAJU: Ahora no pienso contártelo, Doña Histerias.

CRIS: ¡Deja de torearme y cuéntamelo de una vez!

ANAJU: Vale, soy consciente de que fue una gran estupidez por mi parte y estoy profundamente avergonzada, así que no te pongas hecha una furia conmigo...

CRIS: Continúa...

ANAJU: Bueno, en realidad es mucho más inocente de lo que piensas, pero sigue siendo muy embarazoso. Le di un beso a Hugo.

CRIS: ¡Lo sabía! ¿Y qué pasó?

ANAJU: Nada, que no me correspondió.

CRIS: Vaya. ¿Y te importó?

ANAJU: Lo que me tiene desasosegada es que sí. Me importó.

CRIS: Oh, Ana, lo siento mucho... pero estoy convencida de que Hugo reaccionará. Probablemente se quedó de una pieza. ¡Seguro que siente lo mismo! ¡Qué emocionante! Siempre he pensado que algún día ocurriría algo entre vosotros.

ANAJU: He estado tendida en la cama mirando al techo desde que llegué a casa, intentando entender lo que me ocurrió. ¿Perdí la cabeza y actué impulsivamente por culpa de algo que comí? ¿O fue algo que dijo Hugo y que quizá malinterpreté? Estoy intentando convencerme de que no fue únicamente el silencio de ese instante lo que cambió mi corazón.

Al principio teníamos tanto que contarnos que hablábamos a más de cien palabras por segundo y cuando apenas habíamos escuchado el final de la frase del otro, ya habíamos pasado a la siguiente. Y nos reíamos. Nos reíamos mucho. Luego la risa cesó y se hizo ese silencio. Ese silencio extraño y cómodo a la vez. ¿Qué demonios fue eso?

Fue como si el mundo dejara de dar vueltas en ese instante. Como si todos los que nos rodeaban hubiesen desaparecido. Como si hubiese olvidado todo lo que me aguardaba en Barcelona. Fue como si esos pocos minutos hubiesen sido creados sólo para nosotros y lo único que pudiéramos hacer fuese mirarnos el uno al otro. Era como si Hugo estuviera viendo mi cara por primera vez. Parecía confundido y al mismo tiempo complacido. Exactamente igual que yo. Porque estaba sentada en la hierba con mi amigo íntimo Hugo, y aquél era el rostro de mi amigo íntimo Hugo con su nariz, sus ojos y sus labios, pero todo ello me parecía distinto. De modo que le di un beso. Me dejé llevar por la magia del momento y le di un beso.

CRIS: Caray. ¿Y qué te dijo?

ANAJU: Nada.

CRIS: ¿Nada?

ANAJU: No. Absolutamente nada. Sólo me miró fijamente.

CRIS: ¿Y entonces cómo sabes que él no sintió lo mismo?

ANAJU: En ese preciso momento llegó Aurora dando saltos. Habíamos estado esperándola para salir los tres por ahí. Estaba muy emocionada. Quería saber si Hugo ya me había dado la buena noticia. Él no dio muestras de oírla la primera vez. Así que Aurora chasqueó los dedos delante de nuestras caras. Entonces repitió: «Hugo, cariño, ¿le has dado a Anaju la buena noticia?». Hugo se limitó a pestañear, de modo que Aurora lo abrazó y me la dio ella misma. Van a casarse. Por eso volví a casa.

Love, AnajusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora