Querida Anajus:
Te saliste con la tuya. Te casaste con Comosellame. Estabas preciosa, Ana. Me sentí orgulloso de estar a tu lado en el altar y fue un honor acompañarte en un día tan especial. Fue un honor ser tu padrino, pero, tal como dijiste en mi boda, ese día tu acompañante de honor no fui yo, sino Comosellame. Hacíais muy buena pareja.
Tuve una sensación muy rara cuando me diste la espalda y desfilaste por el pasillo con Alfred. ¿Acaso fueron celos? ¿Es normal? ¿Tuviste esa sensación el día de mi boda o me estoy volviendo loco de remate? No paré de darle vueltas: ahora todo va a cambiar, ahora todo va a cambiar. Ahora Alfred es tu hombre y es a él a quien confías todos tus secretos. ¿Dónde encajo yo? Fue un sentimiento muy extraño, Anajus, aunque poco a poco se me fue pasando.
No me atreví a comentárselo a nadie, y mucho menos a Aurora, porque entonces habría estado encantada de pensar que su teoría de que los hombres y las mujeres no pueden ser «sólo amigos» era correcta. No es que estuviera celoso porque quisiera ser tu marido, es sólo que..., bueno, no sé cómo explicarlo. Supongo que simplemente me sentí excluido, y ya está.
Estoy muy contento de que por fin Thiago pisara suelo español, bueno, en realidad lo que más hizo fue sentarse en suelo español, pero ya le falta muy poco. Tenía intención de llevarle a casa desde hace mucho, pero el trabajo me lo impedía. Qué curioso, acabo de referirme a Barcelona como a mi casa; creo que no lo hacía desde hace tiempo. En fin, estuvo bien que Thiago estuviera allí y me parece que Emma estuvo bastante contenta de cuidar de él toda la semana.
Es clavada a ti, Anajus. Hasta al hablar con ella me sentía como el pequeño Hugo otra vez. Javier no me quitaba el ojo de encima, siempre alerta; me parece que le daba miedo que fuera a llevarme a su amiga del alma. Y me parece que yo tampoco le quité ojo a él, porque él me estaba robando a mi amiga. Tuve que recordarme una y otra vez que Emma no eras tú.
No estoy muy seguro de que tu plan de reunirnos a mí, a Aurora y a Thiago diera buen resultado. Como seguramente notaste, durante esos días Aurora no estuvo muy simpática que digamos. Pensaba que la escapada nos haría bien, pero por lo visto me equivoqué. Sólo sirvió para que tuviéramos ocasión de hablar más de la cuenta. Y eso no es lo mejor que puede hacerse cuando ninguno de los dos tiene cosas agradables que decir. Creo que puedo decir sin temor a equivocarme que la fase de luna de miel se ha terminado. Ya llevamos nueve años juntos.
Hablando de lunas de miel, espero que Alfred y tú lo estéis pasando en grande con la vuestra. Supongo que esta carta te estará esperando en el felpudo de casa cuando regreses. Siempre había creído que querrías pasar tu luna de miel en una playa exótica, no tenía ni idea de que te interesaran los monumentos de Roma. Aunque no dudo de que deben de ser muy bonitos, ¡creía que eras demasiado superficial como para que te importaran un pimiento! Es broma.
Ponte en contacto conmigo cuando regreses. Demuéstrame que a pesar de todo hay cosas que nunca cambian.
Besos,
Hugo
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¡Saludos desde Roma!
Hola, Hugo. Buen tiempo, edificios bonitos. Pero, lo más importante, ¡hoteles fabulosos!
Besos,
Anajus
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Love, Anajus
RomanceAdaptación Donde termina el arco iris de Cecelia Ahern. La particular historia entre Hugo y Anaju, un amor que comienza en la niñez y que conocemos gracias a los mensajes que intercambian a lo largo de varios años.