𝙱𝚞𝚎𝚗𝚘, 𝚗𝚘 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚎𝚜 𝚝𝚎𝚗𝚎𝚛 𝚕𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚎𝚛𝚎𝚜
𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚎𝚜 𝚝𝚎𝚗𝚎𝚛𝚖𝚎 𝚊 𝚖𝚒 𝚊𝚜𝚒 𝚚𝚞𝚎 𝚣𝚊𝚛𝚙𝚎𝚖𝚘𝚜 𝚑𝚊𝚌𝚒𝚊 𝚎𝚕 𝚖𝚊𝚛, 𝚊𝚖𝚘𝚛,
𝚙𝚘𝚛𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚞 𝚎𝚛𝚎𝚜 𝚖𝚒 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚌𝚒𝚗𝚊 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚎𝚜𝚝𝚊𝚜 𝚌𝚎𝚛𝚌𝚊 𝚍𝚎 𝚖𝚒
On melancholy hill — Gorillaz
Quince minutos habían transcurrido ya y el pálido seguía sin hacer acto de presencia. Eddie se limitaba a balancear sus piernas sentado, en busca de algún entretenimiento para no sentirse ansioso; las camas del hospital eran bastante altas comparadas a la suya, incluso apostaba a que ni Richie podía tocar el suelo si se sentaba en el borde... bueno, en realidad no tanto, él ya era un mendigo poste.
Los ruidos apagados y confusos se colaban por debajo de la puerta y el asmático alcanzaba a visualizar las sombras. Avisaba un poco de hambre pero lo que menos deseaba era salir y que el pálido no le encontrara ahí tal y como se lo prometió. Se guardó el apetito para después y se mantuvo sumido en espera, nada más podía hacer.
Había algo dentro de su pecho que no le dejaba en paz.
Quedó atrapado concentrado en su mente sobre lo que hablaría con Richard tan solo éste atravesara la puerta, sostuvo el control de la situación en sus manos y se desprendió de su sudadera, el calor que su pecho comenzó a emanar ya estaba incomodándole. Minutos atrás había recorrido las persianas para recibir al chico con una linda vista, la candidez del atardecer chocaba ya contra el césped de la jardinera; era hermoso y se aseguró que Richie se lo agradecería algún día.
Y sí que esperó con ansia hasta que el picaporte dio vuelta y entonces se encendió la luz blanca de la habitación dejando a un enfermero junto con el pálido al descubierto al pie de la puerta.
—Me puedes llamar si necesitas o se te dificulta cualquier cosa, ¿lo sabes, verdad? —comentó el joven que tenía tomado del brazo al enfermo, éste asintió, le soltó y se retiró de la habitación en total silencio dejando el foco apagado.
Eddie movió sus pies hasta el mayor con parsimonia. El chico llevaba puesto encima un gorro de lana amarillo, una bata de hospital y debajo su vestimenta diaria. Los pies inquietos de Richie se movía dentro de sus pantuflas de siempre, dejando en exhibición lo nervioso que se hallaba aunque no tuviera un por qué definitivo.
—Eddie, cariño —exhaló con regocijo en su voz mientras posaba su diestra tiernamente en la mejilla del contrario a modo de saludo.
—Bocazas, ¿Cómo te sientes?
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Piel escrita // reddie
FanficRichard Tozier era alérgico a la fricción y Edward Kaspbrak lo sabía muy bien.