Tan solo minutos después de que Eddie encontrara un lugar apartado en el jardín, se sentó junto a un arbusto de rosas color rojo como la sangre. Ben hizo acto de presencia mágicamente.
—Al parecer alguien me ha robado mi escondite secreto —mencionó Ben con una risa tierna al final, en seguida se dejó caer junto al asmático y sacó de su mochila un libro literario.
—Pues ni tan escondido, eh—habló el castaño con la misma amabilidad con la que solía hablar su amigo, no comprendía si le salía natural.
—Lo sé, me agrada llamarle así —Eddie le ofreció de su almuerzo al chico contrario, y empezaron una charla discreta sobre lo que pasaba entre Beverly y el chico rojizo.
Hubo momentos en los que paraban de hablar porque se escuchaba alguna autoridad cerca que podría meterlos en problemas si los descubría justo ahí. La jardinera solía abrirse solo para actividades físicas, y muy de vez en cuando para convivios.
Rieron un buen rato, se ofrecieron consejos y terminaron por hablar de tema que más le gustaba a Eddie; Richard Tozier.
—Y a todo esto, ¿lo que estás haciendo es para él? —dudó el chico rojizo puesto que desde que llegó, el asmático ya tenía varias hojas blancas esparcidas en el pasto y muchos plumones de colores pastel.
—Por supuesto —aceptó el castaño mientras miraba una hoja desde diferentes perspectivas, aún no satisfecho con su flor dibujada— ¿estará bien si en vez de regalarle una flor se la dibujo? Ya sabes, y le pongo algo así como que hay que cuidar a los arboles y prefiero que la guarde para siempre... o alguna mamada cursi... por dios... —murmuró bajando su voz al darse cuenta de tremenda idiotez que dijo, la cara de Ben era un poema—, ¿me veo estúpido, verdad?
—Es tierno —disimuló Ben, fallando estrepitosamente al soltar sus carcajadas estruendosas. Se acercó la mano a la boca tratando de acallar su risa, pero no pudo evitarlo—. ¿Qué te digo? Pareces de primaria.
El asmático se dejó ver un poco afectado por la burla de su amigo, pero tampoco pedía mucho. Él no estaba acostumbrado a ese tipo de detalles entre pareja. Y peor aún ¡solo llevaban un día de novios! «Tremendo ridículo, sí», pensó Eddie para sí.
— ¿Por qué no vas a verlo simplemente? Siento que a Richard le gustaría más.
—No puedo verlo hasta el lunes, le han negado la salida porque los productos que utilizan en él pueden afectar su salud física si acaso no sigue las normas del tratamiento —alegó Eddie buscando en su lapicera alguna pluma de punta fina color negro—, aunque, sí me gustaría verlo, desde el lunes no tiene celular y no he tenido oportunidad de hablar...
— ¿Qué le pasó a su teléfono?
—Oh, bueno... él se enojó y lo tiró por la ventana —Ambos se miraron con duda, como creyendo que nadie cuerdo podría hacer algo parecido—; y bueno, hasta nuevo aviso, no tendrá uno.
Ben se lo pensó unos segundos mientras mordía una barrita de cereales.
— ¿Hoy es tu chequeo médico, no? pídele que se escabulla un rato al patio.
—No quiero meterlo en problemas... —musitó Eddie entrecerrando los ojos con flojera.
Sin embargo, su corazón negó todo aquello que por su boca se escabulló, se hallaba a mil por segundo de las ganas que lo consumían por ver a Richie.
Tiempo atrás, era Ben y Beverly quienes acompañaban a Eddie al hospital y su madre allá los recibía, pero el asmático pidió que fuera más bien su madre la responsable de esto ya que con ella se aseguraba de llegar más temprano, justo para la hora del desayuno que compartía con el pálido.
ESTÁS LEYENDO
Piel escrita // reddie
FanfikceRichard Tozier era alérgico a la fricción y Edward Kaspbrak lo sabía muy bien.