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Sus ojos rubie se mezclan con los azules dos orbes del pelinegro quien se encuentra sobre su cuerpo, no sabe cuándo llegaron con precisión a dicha posición pero no sé queja, él sentado sobre el regazo del azabache, ni siquiera lo vió venir. Ambos en silencio acercan sus labios hasta chocar, pudieron quedarse estáticos en medio de la oscuridad dentro de dicha habitación, aún así siente las manos del azabache introducirse en su sudadera verde, es una sensación nueva aquellos escalofríos causados sobre su piel por cada débil toque proporcionado.
Tanjirou anteriormente jamás experimentó algo como eso, incluso puede presumir que Giyuu fue su primer beso (igualmente de viceversa), no niega que está nervioso, están llegado mucho más lejos de lo que alguna vez sus torpes e inocentes veces lo hicieron y para ser sinceros no quiere echarse para atrás, si esto trata de compartir algo nuevo con su novio desea seguir hacia adelante. Por supuesto que no se siente presionado, es consciente de que puede parar cuando lo desee, sin embargo, ese es el pensamiento menos presente frecuentado en su mente.
Sube sus temblorosas manos hacia los hombros del nombrado Tomioka, se aferra con fuerza, básicamente desahoga sus nervios en dicho agarre. Se da cuenta que Giyuu nota el nerviosismo, de pronto lo tiene entre su hombro y cuello besándolo sin parar.
─Eres hermoso─dice Giyuu. Tanjirou traga grueso teniendo cuenta que en otra situación le respondería con una sonrisa pero justo ahora sus mejillas se ruborizan al punto en que él mayor compara dicho color con el del cabello burdeo.
Giyuu por su lado sonríe coqueto, tiene a su pareja justo donde lo quiere. No sabe que rol tomarían pero este le gusta, uno en el que Kamado es inexperto y a pesar de que es la primera vez del mayor, tiene idea de lo que se debe hacer.
Lo desnuda lentamente arrojando la ropa a un lado de la cama, específicamente sobre la silla de su escritorio, nota que la piel del hermano mayor de los Kamado es tan suave como su precioso y sedoso cabello pelirrojo, tan delicado, perfecto. Baja sus manos hasta las piernas del menor acariciando de arriba hacia a bajo sin descaro alguno, cosa que impresiona al contrario el cual tapa su rostro con ambas manos. Giyuu inclina un poco la cabeza riendo internamente de aquella reacción, no supone mucho al respecto tomando en cuenta que tal vez su pareja actúe más tímido de lo normal.
¿Un Tanjirou sumiso?
No tiene quejas, sinceramente.
─Hey, bebé─llama Giyuu.
Tanjirou hace espacio entre sus dedos asomando sus ojos entre ellos sin quitar las manos de su rostro, el sonrojo cada vez se incrementa ocasionando más vergüenza.
