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La noche en la colina le pareció tenebrosa los primeros días de su estadía allí, ahora simplemente sonreía al mirar desde el porche la oscuridad y a los grillos cantar. Una que otra luciérnaga relucía a lo lejos posandose sobre una que otra planta, recuerda que dormir se le dificultaba tanto porque pensaba que algo malo pasaría. Ahora, es tan tranquilo, tan lindo, desearía vivir ahí para siempre.
El sonido de las plantas moverse y chocar entre si podría causarle escalofríos a los demás pero sinceramente la vida del campo se le hace más interesante y cómoda que la de la ciudad. Subir y bajar de la colina puede ser un poco agotador pero él estás satisfecho con todo eso, que el señor Urokodaki lo llevara a él y a su hermana a vivir allí fue una de las mejores cosas que le pasó.
—Tanjirou.
Desvío su mirada hacia Giyuu, quien estaba detrás de él.
Su estómago se remueve.
—Se que tenemos que hablar.
Suspiró abatido, mañana es el día.
—¿Qué pasará con nosotros?—preguntó, teniendo miedo de la respuesta aunque ya sabe cuál es.
—¿Sabes que te amo?—giyuu responde, haciendo otra pregunta.
—Tranquilo, se que terminaremos y no es porque alguno falló, supongo que, no hay palabras para describir lo feliz que fuí y actualmente soy—responde, haciéndose bolita en su asiento—. Hay un amargo sentimiento en la boca de mi estómago, juro que lo estoy intentando pero no puedo permanecer fuerte por ahora, todo es tan... gris.
Las lágrimas se acumulan primero en los ojos de Giyuu, es el más sentimental de la relación aunque no lo admita. El pecho le duele de una manera sentimentalmente venenosa.
—En verdad no quiero que eso pase.
—Pero tampoco quieres someterme a una relación a distancia porque crees que me volveré a enamorar—ladea el rostro—. Es imposible enamorarme de alguien que no seas tú.
—Tienes dieciséis, Tanjirou, puedes volver a enamorarte de otra persona, ¿sabes?, no soy el único pez en el mar—suspira.
—¿Y qué me importa cuántos peces existan?, me importa una mierda que haya un puto tesoro—niega con la cabeza, las lágrimas se apoderan de sus ojos rápidamente—. Te quiero a ti.
Giyuu quiso pasar desapercibidas las maldiciones del chico, entiende su enojo.
—No me gusta atarte a una alternativa como esa, atarte a mi cuánto es más que evidente que esté años fuera no me parece justo—se acerca despacio—. Por eso, en verdad es lo único que me impulsa a pedirte esto.
