Capítulo 11

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Conway:

Estaba muy preocupado, habíamos llegado al hospital y el médico nos dijo que Horacio estaba en la sala de operaciones. Por la cara del doctor y sus palabras supe que no había muchas esperanzas. Miré a Gustabo, estaba hecho polvo, no me quería ni imaginar lo que estaba sintiendo en esos momentos.

-Va a salir de esta Gustabo, no te preocupes -le dije agachándome para quedarme a su altura, ya que él estaba sentado.

Fijó sus ojos en los míos y noté un vacío en estos, no eran los mismos. Le dije que iría a llamar a Volkov y puso cara de repulsión. Me aparté unos metros del rubio y marqué el teléfono del comisario, al ver que no respondía decidí enviarle diversos mensajes de texto. Seguía sin contestar, por lo que encendí la radio.

-Ivanov, ¿me copia? -pregunté.

-Adelante -me contestó casi al instante.

-Si consigues localizar Volkov dile que venga al hospital, es de máxima urgencia.

Sin esperar su contestación apagué la radio y me dirigí a la que era una de mis mayores preocupaciones, Gustabo. Me senté a su lado y con un poco de duda pasé mi brazo por sus hombros. Este escondió la cabeza en mi pecho y comenzó a llorar desconsoladamente. Acaricié su espalda tratando de tranquilizarlo, a los minutos noté que su respiración se calmaba, pero no se movió.

Estuvimos en esa posición hasta que se quedó dormido. Me dolía horrores el cuello debido a la mala postura, pero no me pensaba mover, Gustabo necesitaba descansar. Un doctor salió de la sala de operaciones con mala cara, me temí lo peor.

-¿Cómo está? -susurré para no despertar al más bajo.

-La operación se está complicando, ha perdido mucha sangre y se ha dañado varios órganos. No le prometo nada, pero haremos todo lo que esté en nuestra mano.

El hombre se marchó de la estancia.

-No va a sobrevivir, ¿verdad? -dijo contra mi pecho aferrándose a mi camisa como si fuera un salvavidas.

-No digas eso Gustabo, ¿has oído al médico? Lo van a salvar -concluí con convicción.

Horacio iba a salir de esta, tenía que hacerlo. A lo lejos vi como Volkov me buscaba con la mirada. Levanté la mano para que me viera y se acercó corriendo.

-¿Qué ha pasado? -preguntó casi sin aire.

El de pelo rubio saltó nada más escuchar la voz del comisario.

-¿Que ha pasado? Por tu culpa Horacio ha tenido un accidente de coche y está medio muerto, no creen que sobreviva -gritó separándose de mi.

Volkov frunció el ceño y tragó duro.

-¿Cómo que esta medio muerto? -buscó una explicación.

-¡Qué te lo diga él! -me señaló. -Me voy a ver cómo está mi hermano.

Se fue a buscar a alguien que le pudiera informar del estado del de cresta.

-Ha tenido un accidente de coche que le ha dañado varios órganos vitales y ha perdido mucha sangre, eso es todo lo que sabemos.

Cayó de rodillas al suelo y se puso las manos en la cara sollozando.

-Todo esto es culpa mía.

Lo ayudé a levantarse y lo abracé. No dije nada porque en parte tenía razón, si el no hubiera sido tan duro, si yo no hubiera retenido a Gustabo, si este no me hubiera hecho caso... Pero ya nada de eso importaba.

Escuché de fondo a Gustabo gritar y me asusté, solté a Volkov y fui a buscarlo. Cuando lo encontré estaba discutiendo con una chica que había en recepción.

-No creo la señorita sepa como está Horacio, así que deja que haga su trabajo tranquila -dije cogiendo su brazo y llevándomelo casi a rastras donde se encontraba el comisario. -Bien, esto es lo que vamos a hacer. Volkov, te quedas aquí y cuando sepas algo me llamas inmediatamente. Gustabo te vienes conmigo.

-Ni de coña, yo me quedo aquí.

Suspiré y me pasé la mano por la cara.

-No compliques las cosas -le rogué, yo también estaba cansado.

Lo cogí de la muñeca, pero se soltó de mi agarre con fuerza.

-No me muevo de aquí he dicho —dijo alterado.

-Muy bien, tu lo has querido.

Lo cargué como si fuera un saco de patatas, al hombro. Sentía como me daba puñetazos en la espalda mientras protestaba, pero no me dolían. Lo llevé a mi coche personal, que estaba aparcado en frente del hospital. Con mucha dificultad lo conseguí llevar a mi casa, no por nada, solo quería asegurarme de que descansaba.

-¿Quieres algo de cenar? -pregunté entrando por la puerta principal.

Por lo menos por el camino había entrado en razón y ya no se quejaba tanto.

-No tengo hambre -me contestó desganado.

-Bueno, lo que tu veas. Espera aquí, te traeré un pijama para que puedas estar más cómodo.

Fui a mi habitación, abrí el armario y saqué un pijama de rayas azul y blanco. Cuando volví a salir al comedor-cocina me lo encontré sentado en un taburete. Esa escena me causó mucha ternura, ya que los pies no le llegaban al suelo. Le entregué el pijama.

-¿Es tuyo? -preguntó cogiéndolo.

-¿De quien si no? -le contesté sonriendo un poco. -Espero que no te quede muy grande.

Le indiqué donde estaba el baño y fue a cambiarse. En ese tiempo me dediqué a reflexionar, ¿qué me estaba haciendo? Ese crío me estaba ablandando el corazón, en el día de hoy había tenido más contacto físico que en años. Por mucho que no quisiera que me hicieran daño de nuevo no podía evitar sentir algo por él.

Cuando apareció por la puerta me aguanté una pequeña sonrisa, la ropa que le había prestado le quedaba muy holgada.

-Venga vamos, te llevo a tu habitación -le dije.

El chico solo me siguió hasta el lugar donde se iba a quedar a dormir.

-Por favor, llámame si hay cualquier novedad, sea la hora que sea -me suplicó.

-Tranquilo, te avisaré.

Le di las buenas noches y me dirigí a la cocina a preparar algo ligero y rápido para cenar. A la media hora ya estaba acostado en mi cama mirando al techo, iba a ser una noche larga.

Dreams (Volkacio/Intendenteplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora