Capítulo 4

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Una hora paso desde que Kageyama había llegado a su departamento todo empapado, luego del baño del mayor ambos chicos decidieron hacer algo de cena ya que aún seguía el mal tiempo y no tenía pinta de querer irse.

—Hagamos spaghetti.— Comentó Tobio logrando que Hinata colocara la cara de asco más grande del mundo.

—No cenare spaghetti, Tobio.— Sentenció abriendo el refrigerador para ver qué otra cosa se podían hacer de cenar.

—¿Por qué no? Es rica.

—Lo es, para un almuerzo, no como esas cosas para una cena.

—Pero...— Hinata volteó a ver a Kageyama y casi se derrite en ese momento.

Tobio tenía un muy lindo puchero viendo directamente a sus ojos, Shoyo no sabía porque pero le pareció la imagen más linda que pudo observar en años.

—No eres un niño, hazte spaghetti si quieres, yo me haré un sándwich.— Dijo quitando la mirada rápidamente de él, no era correcto que se viera tan bien haciendo cosas de un niño de 7 años.

—Está bien.— Suspiró derrotado para luego levantarse buscando en los gabinetes los spaghetti.

Hinata dejó a Tobio solo en la cocina unos minutos mientras él buscaba algo para ver, pero su mano que sostenía el control remoto se detuvo cuando un muy exquisito olor le entró hasta por los poros.

Olía delicioso.

Curioso, decidió ir a ver y Dios, que gran vista se cargaba Hinata.

Shoyo observaba como Tobio hacía una salsa roja que debía admitir que olía a gloria, además de eso, el mayor se movía de aquí para allá agregando condimentos y removiendo el spaghetti.

Aún con el pijama de Barney se veía sexy.

Pero Hinata se negaba a seguir pensando así de alguien que fue un imbécil con él que le arrojaba café como si fuera agua bendita.

—¿Seguro que no quieres un poco? Hice suficiente para ambos.

Habló Tobio sin ni siquiera mirarlo.

Shoyo lo pensó, seria perder el orgullo pero joder, olía muy bien como para no probarlo. —Solo un poco.— Le contestó, no podían culparlo, olía como la gloria y él debía degustar eso.

—Siéntate.— Le pidió en un tono amable poniendo de apoco la comida encima de la mesa, busco unos vasos y dos platos. Hinata observaba con atención cada movimiento de Tobio, era raro ver a alguien en su departamento sirviéndole comida y además con un pijama como esa.

Hinata se sentía extraño.

—Ya puedes comer.— Le habló sin haberse percatado que tenía la comida ya servida, se veía espectacular, tanto que no pudo evitar tomarle una foto.

Shoyo tomó sus cubiertos y dio el primer bocado y juro morirse en ese momento, sí sabía a gloria, su boca sintió un mar de sabores, tan exquisitos que lo dejaron anonado un par de segundo y sin poder evitar soltar un pequeño gemido.

Tobio le miró y se rio dulcemente.

—¿Te gusta?

—Esto está delicioso Tobio ¿Dónde aprendiste a cocinar así?— Pregunto realmente curioso.

—Mi abuela me enseñó, era muy buena en la cocina.

—Dile a tu abuela que merece todas las estrellas Michelin por tremendo manjar que probé.

Tobio sonrió tristemente. —Sería un placer decirle, pero ella murió hace un par de años.—

Hinata se sintió mal al haber mencionado a su difunta abuela, se sintió nervioso, no sabía cómo disculparse.

𝖲𝗍𝗒𝗅𝗂𝗌𝗍 // 𝖪𝖺𝗀𝖾𝗁𝗂𝗇𝖺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora