3. 24 horas

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Faith:

—¡Oh si...si.. si...!

Escucho la risa de Hermes, su boca cae directo sobre mi garganta y sus labios rozan mi piel en cada brinco que doy.

—¡Oh, joder... Hermes!

Una oleada de calor me ataca, sus fuertes manos me aprietan la cintura y sube la izquierda hasta mi rostro, busca mi nuca y me roba otro beso que yo misma termino regresando a mis movimientos.

—¡Oh Dios!.—Gimo y aparto la cara de la suya, para esconderla sobre el hueco de su cuello, el sudor se resbala por mi piel y mi cabello me cubre el rostro.

Lo abrazo y el a mí, siento que voy a llegar, me gusta la sensación que se provocan nuestros cuerpos juntos y sobre todo nuestras partes que se golpean con violencia, él se hunde en mi con el látex puesto y no deja de sentirse rico.

Faith...—Pronuncia agotado.—Estoy a punto.

—Mierda, yo tambien. No pares.—Le ordeno.

No dejo de saltar, mantengo el ritmo y me muerdo los labios, se que he gritado mucho, pero siempre termino descontrolándome cuando me corro.

Las manos de Hermes bajan por toda mi espalda y llegan a mi culo, sus dedos se reparten y esas manos provocan que su polla ingrese más.

—¡Ah....Ah..! Joder...

Con sus manos en mi trasero, concluyo y al hacerlo el, empujo su cuerpo sobre mi colchón, caemos y lo dejo ir, golpeando mi lado vacio.

Mi respiración está al límite y mi corazón late como un loco, incluso puedo afirmar que el de Hermes esta igual, al mirarlo encuentro su pecho subiendo y bajando.

—Maldición... eso ha sido...

Sonrio y él se gira a mi encuentro.

—Tampoco has estado mal.—Digo con esa misma sonrisa, lo que provoca lo mismo en él.

Me ha gustado mucho y eso que al inicio le deje en claro que no íbamos a tener sexo, eso acabo cuando lo tuve en mi departamento.

Solo espero que mis ruidos no hayan llegado al departamento de mi hermano.

—Faith, eres increíble.

—Si..—Me intento levantar.—Ahora vete.

—¿Qué?.—Pregunta con una sonrisa delgada, la que se acaba al notar que hablo muy enserio.

Me siento a su lado.

—¿Hablas en serio?

—Si.

—Estas loca.

Ruedo los ojos.

—Son las cuatro de la mañana.

—Por eso te dije que no lo hiciéramos por segunda vez.

—Claro y tú pusiste mucha resistencia ¿No?

Abro la boca indignada y lo golpeo con la almohada, Hermes me lo quita, se deshace de mi almohada y cuando intento recuperarla, me coge del brazo y me regresa de golpe a estar debajo de él.

—Con esto no harás que cambie de opinión.

—Quizás quiera una tercera vez.—Me dice con una mirada seductora.

¿Este hombre no se cansa?

—Pronto amanecerá... ¿No te gustaría verme haciendo el desayuno?

—No.

—Faith.—Me pone ojos de cachorritos y termino por reír.

—Bien.

Greek Gods: El Deseo de HermesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora