13. Dakota

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Semanas después:

Hermes:

—Veo ya que puedes moverte. —Me dice Abraham. —¿Vienes a decirme que ya puedes bailar o necesitas otro par de semanas más?

—Lo segundo.

Abraham quiere matarme ahora mismo.

—Esta bien, no puede irnos peor de lo que estamos. —Habla el. —Solo necesito calmarme, órdenes de mi terapeuta.

—¿Terapeuta?

—Si, a eso me llevaron ustedes. —Se queja. —Van a llevarme a mi funeral antes de tiempo.

Tonterías, todavía está joven.

—Abraham, quizá te haría bien salir con alguien. —Le aconsejo.

—¿Para que? ¿Para qué me rompan el pene como a ti?

Todavía recuerdo el dolor.

—¡¿O llorar en cada esquina como Zeus o irme de mi trabajo de la vida porque me enamoré de una policía?!

—Abraham, cálmate y Eros no se fue por estar enamorad..

—Necesito mi pelota desestrezante. —Me interrumpe y comienza a buscar por los cajones. —¡¿Dónde esta mi pelota desestrezante?!

—¿Cómo voy a saberlo? Acabo de llegar.

—De verdad van a terminar llevándome directo a mi funeral… —Deja ir un suspiro. —Y mientras nosotros vamos en picada, The Angels se fortalece.

—Abraham…

El encuentra la pelota y comienza a aplastarlo con la mano.

—Vete y déjame con mi pelota.

—De verdad necesitas una pareja.

—Lo que necesito es que dejen de aparecer mujeres en la vida de mis cinco chicos.

—Bueno, de algo estamos seguros, de Hades no tendrás que preocuparte.

—Vete. —Me ordena y yo me río.

Salgo de la oficina de Abraham y reviso mi teléfono, busco el último mensaje de Faith.

Creo por fin tendremos nuestra cita.

Voy hacia el coche.

—Trevor…

Mis pies se detienen y en cuanto me giro, la veo.

Tan atractiva como siempre suele lucir, sin una marca de imperfecciones en su ropa cara y un maquillaje correcto en su rostro.

—Dakota..

Ella se aparta de su coche negro, de donde está apoyada y se acerca a mi.

Salgo de mi shock cuando esta delante de mí, sus labios color rojos muestran una sonrisa.

—Hola…

Mis manos se forman puños. —¿Qué haces aquí?

Ella lleva su mano a mi rostro, su tacto suave me acaricia. —Vine a verte, amor.

Solo necesito oír esa palabra, cojo su brazo y lo bajo.

—Creo que ambos estamos seguros que ya no puedes llamarme así, Dakota.

Me aparto de ella y giro hacia la puerta del volante, desactivo el seguro y ella vuelve a detenerme con sus palabras.

—Se que estas enojado, pero ignorar mis llamadas y bloquearme, Trevor.

Greek Gods: El Deseo de HermesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora