12. Karma

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Faith:

—¡Llego la pizza!.—Hablo dirigiéndome a la puerta, los chicos se encuentran en la sala con Hermes.

Frente a mi aparece un hombre con un gorro con la etiqueta del nombre de la pizzería, lo mismo con el traje y en sus manos lleva las cuatro cajas que Hades pidió.

—Hola...

El me recorre el cuerpo con los ojos, si, todavía llevo mi traje de enfermera.

Me da una mirada lasciva y a los dos segundos siento el peso de alguien detrás de mí.

—Aquí tienes.—Keegan le entrega el dinero y le quita las Pizzas.—Ahora... ¿Por qué no quitas los ojos de mi hermana antes de que te los arranque?

—Keegan...

El pizzero acomoda su gorra.—Disfrute su pizza, señor, señorita.

Huye y yo me vuelvo hacia Keegan una vez que ha cerrado la puerta.—¿Era eso necesario?

—Sí, lo era.

Camina hacia la cocina y comienza a abrir las cajas, Keegan busca el cortador de Pizza en los cajones y al encontrarlo, lo pasa remarcando por encima de las líneas marcadas que separan los pedazos de los otros y así estas no se deshagan cuando cada uno tome una parte.

—¿Cuándo piensas cambiarte?.—Me dice mientras sigue con su trabajo.

—No fastidies, Keegan.

Mi hermano se detiene.—Estas alborotando las pollas de mis amigos y suficiente tengo con uno, Faith.

—Eres demasiado celoso... Imagina si Harley tiene una niña, ese sería tu karma eterno.

—Espero que sea niño y así evitarme las canas antes de tiempo.—Responde mi hermano.—Y si no lo es.—Me muestra el cortador de Pizza.—Cualquier bastardo que intente acercarse a mi niña, tendrá que pensarlo dos veces si quiere conservar su vida.

—No te burles, Keegan, el Karma podría darte una patada en la entrepierna y mira que descomponga más tu poll..

—Ya entendí.—Me detiene y ahogo una risa.

Keegan termina con una caja y continúa con la otra.

—Hablando de eso.

Arqueo una ceja.

—De Harley.

—¿En qué momento mencione a Harley?

—Mencionaste a mi hijo, eso es mencionar a Harley.

—Estas mal, hermanito.

Lo observo tragar preocupado.—Tu eres su amiga más que mi hermana, eso ya me quedo claro.

—Keegan.—Ruedo mis ojos.

—¿Puedes decirme qué le sucede?

—Se más específico, Keegan.—Le pido.

—Algo le pasa. Ella no... No me deja acercar como antes, parece que hubiera puesto una barrera sobre nosotros.

Ah.

Era eso.

—Si algo está ocurriendo.. ¿Acaso hice algo?

—No lo sé ¿Hiciste algo que la fastidiara?

Keegan no responde y aquí me doy cuando los idiotas que pueden ser los hombres, corrección, lo idiota que puede ser mi hermano.

—No lo sé, quizás que tenga que ver con una pelirroja.

Greek Gods: El Deseo de HermesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora