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Salí de la biblioteca con unos libros que Jisung me había encargado. Dijo que él no podía ir porque tenía que trabajar, así que yo siempre era su mandadera.

Y como Lee dice que no es necesario que trabaje, prefería ser la mandadera de Jisung antes que pasar un minuto más encerrada en casa.

Claro, trabajaba de vez en cuando con mi vecina. Una señora de la tercera edad, ayudaba a limpiar su casa y ella me pagaba algo justo. La señora Han.

Seguí comiendo de la manzana acaramelada mientras me tomaba mi tiempo para caminar por la ciudad.

La biblioteca quedaba un tanto retirada de mi casa, así que aproveché la larga caminata y traje a Minnie conmigo, aquella ya tenía la lengua de fuera al tener sed, así que me detuve en una tienda pequeña y compré una botella de agua y un vaso desechable.

Fui a un parque que estaba cerca y me senté en una de las bancas, vertí el agua en el vaso y se lo di a la pequeña cachorrita que no dudó en tomarla.

Recargué mi espalda y suspiré. Niños corrían de un lado a otro, habían mascotas de diferentes razas.

Trataba de disfrutar un pequeño momento sola hasta que sentí un golpe en mi cabeza, algo duro, no lo suficiente para dejarme inconsciente, pero si lo bastante para hacerme molestar un tanto.

Unos niños fueron corriendo hacia mi, tomaron su pelota y comenzaron a hacer reverencias ante mi.

—Lo siento mucho, señora. Lo lamento. —dijeron al unísono tres niños.

Sonreí y bufé.

—¿Señora? Apenas si tengo veintiún años. ¿Me veo tan vieja?

—¡No señora! ¡Agh! ¡Señorita!

Reí ante los pequeños y les entregué unos caramelos que tenía en mi bolso.

—¡Está bien! Solo tengan más cuidado o pueden dejar a alguien en el hospital.

Ellos se fueron corriendo a jugar de nueva cuenta.

Pasaron unos minutos y decidí continuar hasta el departamento.

Tomé a Minnie entre mis brazos al verla agotada, no solíamos caminar mucho, así que debío haberse cansado.

—Vamos Minnie, apenas vas a cumplir dos años, no puedes cansarte tan rápido, ¿qué me espera cuando estés más vieja? ¿Tendré que cargarte todo el tiempo?

Minnie bostezó y acostó su cabeza en mi hombro. Suspiré y seguí caminando.

Ya habían pasado quince minutos y ya me había cansado, bajé a Minnie y comenzamos a correr entre tanta gente

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Ya habían pasado quince minutos y ya me había cansado, bajé a Minnie y comenzamos a correr entre tanta gente. Ya estábamos cerca así que quería acelerar un poco las cosas.

—¡Espera! ¡Espera!

Me detuve a la par que Minnie y nos sentamos en el suelo.

Cerré los ojos tratando de regularizar mi respiración, tomé el agua y vertí en el vaso dándole a Minnie. Tomé de la botella y pegué mi cabeza a la pared. Veía la gente pasar. Unos me ignoraban, otros acariciaban a Minnie y otros me miraban raro.

Descansé lo suficiente para poder sentirme lista y seguir corriendo.

Tres años atrás...

—¡Eres muy lenta, Min!

Me detuve y comencé a reír. Me sentía tan agotada, la adrenalina seguía corriendo por mis venas, miré la mochila llena de golosinas y negué con la cabeza.

—¡Me meterán a la cárcel por tu culpa!

—¡No pasará! Además ese viejo me lo debía, le robó un beso a Kiara, debía vengarme por mi amiga.

Kiara comenzó a reír hasta que se quedó tirada en el suelo.

—¡Lee Minho, te odio!

Golpeé su brazo y él rió, me abrazó y nos quedamos así por un largo rato.

Sonreí por el recuerdo de Minho y me levanté del suelo, comencé a palmear mi pantalón para quitar cualquier rastro de polvo y seguí corriendo.

Minnie se cruzó del lado equivocado al ver un perro y me enredó junto con el dueño del otro perro haciéndonos caer. Los libros cayeron al suelo.

Mucha gente se detuvo a ver que había pasado y si estábamos bien.

—Estoy bien —respondí ante una señora.

Me levanté y con ayuda del chico comencé a levantar los libros.

Él me los dio y sonreí aún con la cabeza agachada.

—Gracias.

Miré a Minnie y al otro perro moviendo su cola de lado a lado, me levanté con ayuda del chico y cuando lo miré retrocedí.

Mi corazón se aceleró y mis piernas flaquearon al instante.

¿Estaba soñando? ¿Esto era una pesadilla?

Él se quitó sus lentes de sol y sonrió.

—¿Haneul?

Volví a retroceder y también iba a volver a caer, de no ser por él.

Rió y tomó su mochila, la puso en su hombro y volvió a colocarse sus gafas.

—¿Qué tienes, Min? —preguntó burlón— Parece como si hubieras visto a un muerto.


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LEGAL² | LEE MINHO | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora