Inuyasha jefe de corporaciones Taisho's tiene como amante a la aplicada Kagome Higurashi, la cual trabaja en una filial a dos pisos del suyo.
Kagome es una mujer que disfruta de su libertad y ama experimentar, pero tiene compromisos y promesas que c...
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Eso no sonaba a una pregunta, ni siquiera era una sugerencia, eso sonaba a un hecho.
— ¿De qué estás hablando? Kagome, no bromees así por favor — intento reírse normal, pero solo le salió una risa asustada.
— Me casare en unos minutos, solo lo llamaba para dejarle en claro que lo que teníamos ya no podrá seguir...
— ¡Deja de bromear por favor! — con lágrimas de enojo y decepción grito en medio del jardín.
— Lo siento...
— Sí me amas no te cases — solto en un sollozo, se encontraba desesperado, asutado.
— ¿Qué dijiste?
— Que sí me amas, no te cases por favor....
— Adiós señor Taisho — Kagome después de soltar un sollozo corto la llamada.
— ¡No, no! ¡Kagome no! — le grito al teléfono sin importarle que la azabache ya había cortado — Por favor no...
Había sido el primero en caer en las redes del amor por esa hermosa azabache y era el más afectado. Sin darse cuenta en esos meses junto a ella se había ido enamorando perdidamente de la belleza interior de Kagome. La llegó amar y a demostrarselo con cada caricia, besos y abrazos, fue el primero en enamorarse y el primero en sentir la amargura de un amor fallido.
Él se había divorciado por Kagome, para decirle que ahora su relación sí podría tener nombre, pero eso no pasaría nunca. Kagome se casaría con alguien más y no con él. Las lágrimas desbordaban de sus ojos ambarinos que ahora tenían un tono rojizo debido al llanto, apretaba sus dientes para evitar lanzar un sollozo doloroso, sus manos en puño golpearon con furia el tronco de un árbol.
El dolor físico era lo único que calmaría el dolor de su corazón.
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La marcha nupcial empezó a sonar y la mirada de todos los invitados en la iglesia se giraron para ver el andar de la hermosa prometida.
Izayoi Taisho la vio detenidamente, estaba hermosa con ese vestido de novia blanco y sencillo, sin cola y sin ningún volumen, su cabello azabache recogido en un glamuroso peinado y el velo cubriendo su espalda levemente descubierta. Izayoi observo su mirada, a pesar de tener una sonrisa suave que aparentaba alegría, sus ojos no decían lo mismo, esa mirada chocolate estaba apagada, triste y sin emociones por ese momento que debería ser el más feliz de su vida.
Izayoi estaba segura que Kagome Higurashi no se casaba teniéndole amor a ese hombre que la esperaba en el altar en sillas de ruedas.
— Estamos aquí reunidos para unir las vidas de estás dos personas en sagrado matrimonio... — empezó el padre con su discurso de la ceremonia.
