21. Convivencia.

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— ¡Deja de cambiar de lugares las cosas de mi casa! — exclamo Bankotsu con su ceño fruncido mirando a su invitado, se arrepentida de haberle permitido el quedarse en su casa y solo habían pasado unas horas desde que despertaron en su primer día juntos.

— ¡Los cambios porque ya van tres veces que me golpeo con esta maseta y ni hablar de esa silla mecedora! — exclamo Inuyasha apuntando con su dedo índice los objetos mencionados.

— ¡Por todos los dioses! — el grito de Kagome se escuchó a unos metros de ellos haciendo girar las cabezas de ambos — ¿Qué son esos gritos?

Kagome desde que pudo ver a Inuyasha cuidándola a su lado mostró una mejoría que en los cinco días anteriores no había mostrado. Su cura, era Inuyasha.

— Esposa mía — exclamo Bankotsu escuchando bufar a su rival e invitado peli plata — Dile a este necio animal que no puede hacer lo que se le viene en gana con los muebles de nuestro nidito de amor.

— ¡Cuidadito como te diriges a mí, mira que no temo enfrentar a un hombre en sillas de ruedas! — exclamo Inuyasha acercándose a la azabache que estaba apoyada en el marco de la puerta de entrada a la sala de estar.

— ¡Basta! — detuvo a ambos — desde hace 5 días que no podía hablar normalmente y ahora que puedo, tengo que gritar por ustedes dos — Bankotsu también se acercó del otro lado de la azabache — Inuyasha — se giro al peli plata retirando el brazo de él que rodeaba su cintura — Sí algo te molesta, dímelo a mí que yo me encargaré y Bankotsu — se giró al moreno deshaciendo sus manos entrelazadas — Basta de estresarte ¡Cálmense los dos! — grito sobresaltando a ambos hombres que retrocedieron asustados por el grito femenino — Ahhh — Kagome sonrió suspirando aliviada — De apoco voy volviendo...

— Qué alegría... — murmuraron el moreno y el peli plata, tenían que empezar a comportarse, el humor explosivo y agresivo de la hermosa azabache de apoco regresaba.

°°°

— Entonces... ¿Ya no necesitas que te lleve al baño? — pregunto Inuyasha ganándose un aplastamiento en su pie producido por la rueda de la silla del moreno, ambos hombres se fulminaron con la mirada sin decirse nada.

— Inuyasha...eso solo fue una vez — los tres se encontraban en el jardín, tomando un poco de la cálida luz solar para el bienestar de Kagome y Bankotsu.

— Una vez y media — aclaro el peli plata — ¿Me estás diciendo que ya me puedo ir?

— Sí — respondió rápidamente el moreno.

— No — Bankotsu miro en reproche a su esposa sentada a su lado — Todavía no tengo la fuerza suficiente para cuidarte cariño — Kagome miro al moreno — Lo viste, no puedo todavía ni empujar la silla, Inuyasha tuvo que hacerlo...

— Como te odio — Bankotsu murmuro mirando de reojo al peli plata quién solo le sonrió de manera triunfadora — Oh... ¿Entonces será como mi esclavo personal?

— No abuses — advirtió Kagome en tono severo.

Debido a los medicamentos que Bankotsu tomaba durmió su siesta como todas las tardes antes de la cena, fue llevado y recostado por Inuyasha, todo bajo la atenta mirada y labios sonrientes de Kagome. El sueño del moreno vino de inmediato, su cuerpo necesitaba descansar, en los últimos días no había podido hacerlo de manera tranquila debido a la preocupación por la salud de su esposa, pero ahora, no lo admitiría, pero la presencia de Inuyasha calmaba sus nervios y le devolvía la paz y seguridad que su conciencia necesitaba.

— ¿Enserio me quieres aquí solo para cuidar de él? — Inuyasha y Kagome volvieron al patio trasero, sentados en un par de sillas de madera en el jardín.

— No, para eso está la enfermera — sonrió Kagome — Te necesito para acompañarlo, tú ya eres un amigo para él aunque el mismo no lo admita. Bankotsu no sale de esta casa, sus padres no quieren que nadie lo vea en el estado que esta y bueno, él tampoco quiere la pena de las personas...

— No sé sí lo notaste preciosa, pero nos llevamos mal...

— Sí — asintió repetidas veces Kagome — Pero congenian...Bankotsu confío en ti y te contó los desafortunados sucesos que lo trajo al presente, eso es confianza hacía una amistad.

— ¿Sólo por él? — cuestiono el peli plata, entrecerrando sus ojos y mirando a la azabache — ¿Sólo por él me quedó?

— Y...por mí ¿Podrías? — Kagome le sonrió, Inuyasha inclino su mirada hacia abajo suspirando.

— Hay algo que no he podido decirte Kagome...— murmuró Inuyasha mirando al frente de manera pensativa — Después de que te casaste y de haberme hablado por celular esa noche...

—Lo recuerdo — asintió Kagome cambiando su expresión a una melancólica — Yo...

— Después de ese día, mi estabilidad mental no era la mejor...así que estuve teniendo terapia por más de un mes, mi objetivo era dejar de pensar de manera destructiva, no pensar en lastimarme a mí de manera superficial para dejar de sentir mi dolor interno y para dejar de pensar... en ti.

Kagome nunca había sabido la razón por la que ese día Izayoi Taisho se había contactado con ella y prácticamente rogado que hablará con el peli plata al que amaba y todavía ama con locura. Su labio inferior tembló, Inuyasha no había estado bien y ella lo mantuvo alejado pensando y creyendo que todo aquello era lo mejor...pero no había sido así, para ninguno de los dos.

Inuyasha y Kagome se habían enfermado de amor.

— Siento mucho lo que te paso Inuyasha, yo no sabía nada sobre eso. Me...

— Ahora estoy bien. Ya no pienso en lastimarme o de tener rencor...simplemente disfrutare de tu compañía y seré paciente, lo bueno siempre tarda en llegar ¿O no? — Inuyasha giro su cabeza para observar a la hermosa azabache, la palidez en su rostro empezaba a desaparecer trayendo con ello el color natural a las mejillas y labios de Kagome.

—Perdóname... — susurro Kagome chocando su mirada chocolate con la ambarina de Inuyasha, ambos mirándose de manera anhelante.

— ¿Por qué?

— Por ser egoísta y no poder amarte abiertamente...

— ¿Entonces me amas?

—... — Kagome no respondió de manera oral pero con su mano derecha tomó la izquierda de Inuyasha entrelazando sus dedos, sintiendo como el habitual cosquilleo entre ellos empezaba a recorrer las puntas de sus dedos hasta expandirse por todo su cuerpo..

— Lo tomaré como un sí — sonrío Inuyasha satisfecho con la acción e iniciativa de Kagome, él sabía y Bankotsu le había dicho anteriormente que Kagome no confirmaría amarlo con el moreno aún con vida.

Tomados de la mano se mantuvieron en silencio mirando el hermoso y extenso jardín, ambos disfrutando de su compañía y compartiendo la tardía alegría de ser correspondidos a sus sentimientos.

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