7. Unión.

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Con lentitud giro en los brazos de Inuyasha, sin perder contacto físico entre ambos. Lo miro a los ojos y ambos estaban iguales, ansiosos, deseosos de sentirse...era lujuria lo que ambos sentían.

Inuyasha empezó a darle besos cortos en los labios, mientras que con sus manos empezaba lentamente a desvestirla. Lentamente bajo el cierre de la sensual falda tubo dejándola floja, lista para estirarla y dejarla desnuda.
Metió sus manos debajo de la camisa de seda de la azabache sintiendo el calor y suavidad de la piel de su oficial amante.

Kagome con una paciencia sufrible empezó a desabotonar botón por botón la camisa de diseñador de su jefe. Retiro la corbata y abrió de par en par la prenda dejando ver su muy buen trabajado pecho masculino. Inuyasha no fue tan paciente con su camisa de seda, la había abierto con fuerza haciendo saltar algunos botones.

- Oiga... - se quejó la azabache sin molestia realmente, ese acto la había excitado.

- Mierda - murmuro Inuyasha al ver el sostén rojo provocativo de encaje que llevaba cubriendo sus dos hermosos montículos de carne, ese color resaltaba en la piel de su amante, le quedaba sencillamente perfecto.

La elevo hasta hacerla enroscar sus piernas en sus caderas, sus sexos se rosaron exquisitamente. En un beso caliente Inuyasha se dirigió hasta su habitación en esa cabaña. Entro y cerró la puerta de una patada, encendió la luz palmeando la pared a su costado. Llegó a la cama y la acostó en el suave y firme colchón con el sobre el esbelto cuerpo de su amante.

- Sabía que no me equivocaba contigo - murmuro Inuyasha antes de volver a besarla y tocar su piel descubierta con una mano mientras escuchaba despacio como Kagome gemía.

Se desvistieron quedando solo en ropa interiores, Inuyasha en Bóxer estaba infartante y Kagome en lencería roja de encajé era comible para la boca del peli plata.

En esta ocasión, Inuyasha era el que sentía y sobre todo quería dar placer a esa hermosa mujer debajo de su cuerpo semidesnuda.
Desabrocho el sostén y lentamente lo retiro del cuerpo de su amante, se quedó dos segundos admirando lo perfecto de sus senos, sus pezones erectos ya debido a la excitación que sentía en esos momentos, pero eso no fue un impedimento para que le diera atención y placer a esos montículos de carnes apetecibles.
Mordió, chupo y marco a cada uno.

- Señor... - Kagome gemía de placer, era impaciente por lo que ya la quería sentir.

- Quiero jugar bien.

- Juega otro día, ya no aguanto... - jadeo mordiendo sus labios y apretando sus piernas. Su clítoris palpitaba.

Inuyasha sonrió socarrón. Su mano bajo por el vientre plano hasta llegar a su pelvis, su feminidad era cubierta por esa fina y transparente tela erótica. Paso dos dedos por su vagina encima de la tela, Kagome respingo y gimió.
Retiro la prenda interior deslizándola por las largas y esbeltas piernas de la azabache.

Ahora sí, completamente desnuda y entregada a él. Este momento era mejor de lo que había imaginado durante dos semanas.

Se puso su preservativo, ya estaba listo.

Sin avisar, Inuyasha hundió dos dedos en la cavidad húmeda vaginal de su amante haciéndola que por un momento pierda el aire, era completamente excitante el sentir sus dedos hundirse con tanta facilidad. Sacó los dedos y froto su clítoris, Kagome de inmediato empezó a gemir y a gritar de placer.

Con tan solo frotar unos segundos su clítoris tuvo un orgasmo.

- Que dato interesante - sonrió Inuyasha mientras retiraba su bóxer.

Se divertiría mucho con esta hermosa y deliciosa mujer.

Kagome volvió a la calma y lo miro al borde de la cama su jefe ya estaba completamente desnudo, de su mirada lujuriosa ambarina bajo por su torso perfecto hasta llegar al miembro del peli plata.

Sí lo disfrutaría.

- No hay vuelta atrás preciosa - recordó Inuyasha tirándose sobre ella.

- ¿Cuándo la hubo?

Es verdad. Desde que Inuyasha le dijo que tuviera sexo con él, no hubo vuelta atrás.

La penetró de una estocada, ambos gemían y jadeaban. Para ninguno nada era fingido, de verdad que ambos estaban teniendo el mejor sexo en tiempos.

Kagome sentía como el largo y ancho miembro de su jefe abarcaba toda su cavidad vaginal, llegando hasta su punto orgásmico, Inuyasha disfrutaba placenteramente como las paredes vaginales absorbían su miembro, dándole una exquisita bienvenida.

Su encuentro casual, se convirtió en algo que duro horas. Descansaban abrazados hasta estar listos para volver a retomar su actividad sexual insaciable.

Después de su tercer orgasmo producido por las estocadas y buenas posiciones sexuales. Kagome se dejó caer encima del cuerpo desnudo y sudoroso de su jefe, agotada, completamente agotada y satisfecha con el resultado.

Con cuidado Kagome se levantó dejando de tener el miembro de su jefe en su interior. Inuyasha se sentó y retiro el tercer preservativo de la madrugada para tirarlo al cesto de basura.

- ¿Me llevará a mi casa? - pregunto Kagome estando de espaldas a él aguantando las ganas de dormirse.

- Es de madrugada Kagome, te quedarás aquí hasta la mañana, luego te llevaré de vuelta - dijo Inuyasha volteando para mirarla, pero solo pudo observar su lisa y angosta espalda desnuda, junto con su trasero también perfecto.

- Bien... - murmuro adormilada.

Inuyasha de un ropero de la habitación saco una delgada sábana que usaría para cubrir su desnudes y la de la azabache mientras descansaban.

Antes de hacer lo que pensaba, Inuyasha verifico que la azabache estuviera completamente dormida y sí, ya lo estaba. No sabía porque, pero tenía la necesidad de abrazarla para que así pudiera dormir.

Tal vez era por la falta de compañía que tenía siempre en las noches, sí, podría ser eso.

Se acercó a ella y pegó su pecho a la espalda de ella, pasando un brazo por su cintura reposándola en su vientre. Kagome se removió e inconsciente se acomodó mejor a la postura haciendo sonreír al peli plata.

Inuyasha no se arrepentía de haber tomado a Kagome como su amante, no se arrepentía.

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¿Qué dicen de doble actualización?

Lleguemos a los votos y comentarios suficientes para la actualización del capítulo 8 ♡♡♡

¡Nos leemos en la siguiente actualización!

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