C A P I T U L O #8

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APRIL

Niall pasaba cada vez más tiempo en casa, incluso comenzamos a ir juntos los fines de semana con Mario y Andrea.

Organizábamos comidas donde todos reían, disfrutaban relajados y alegres envueltos en risas y bromas. Partidas de dominó eternas donde Andrea y Niall siempre peleaban por el primer lugar y su concentración nos provocaban  carcajadas.

En una de esas tardes,me acerque a mi hermano después de verle corriendo de aquí para allá con Ellie, y le pedí que me enseñara a andar en bicicleta.

Podía ver que para Niall fue un verdadero suplicio que cada tarde sacara del garaje  ese medio de transporte endemoniado, así lo llamaba el. Se la pasaba con el Jesús en la boca cada que vez que estaba a punto caer, situación que ocurría cada cinco minutos.

A las semanas no pudo más,  por lo que pidió una formal autorización a Aiden para que le permitiera terminar de enseñarme sin tanto riesgo, él era más grande y fuerte y por supuesto no tan temerario, él no permitiría que tuviera ni un rasguño. Por lo mismo pasábamos horas afuera de la casa de Andrea y Mario, él soltando la bicicleta y luego volviéndola a agarrar, y yo intentando perderle el miedo a caerme y romperme en pedacitos. 

Conforme pasaba el tiempo era más evidente la atracción que existía entre ambos; empece a  confiar en el ciegamente y me ruborizaba constantemente cuando estaba mi alrededor. 

Los dos nos veíamos alegres juntos, pero parecía que ninguno haría nada para cambiar el orden de las cosas por miedo a dar un paso en falso y eso hiciera que terminara esta vida tan feliz que  estábamos fabricado juntos. Hacíamos excursiones al zoológico, a los parques, a casa de Niall, jamás parábamos, me sentía cada vez mas feliz y tranquila por primera vez en su vida.

Nada podía ser más perfecto, nada.

Entre semana cenábamos juntos, nunca se nos terminaba la conversación siempre y cuando esta se mantuviera en el límite de lo personal, cuando él podía, paseábamos juntos a Luna y Miel.

 Cada vez era menos tímida, sin embargo, el contacto lo evitaba deliberadamente, ya que la corriente que despertaba en mi era demasiado intensa como para ignorarla y por lo que era mejor dejarla de lado.

Ya llevaba viviendo seis meses en la nueva casa, más de nueve pasaron desde aquel día en que nuestras vidas se cruzaron, todo parecía paz y tranquilidad a nuestro alrededor.

- Magdalena cocina delicioso - la comida de esa mujer mayor, siempre amable y amigable, era como un festín.

- Lo sé,  siempre ha sido así. ¿Sabes? Cuando era pequeño, moría por las tartas de manzana y ella hacía cada que podía para complacerme. Un día se descuidó, error, me la comí toda recién horneada en menos de quince minutos ¿Te imaginarás lo mal que me puse del estómago? Mi madre ya no sabía qué hacer para que pararan las arcadas, mientras Ciro llamaba al médico y Magdalena lloraba afuera de mi habitación sintiéndose culpable. En realidad fue muy gracioso los rostros de todos, pero en especial el de ella - escuche que dijo.

- Era un niño, esas cosas se hacen cuando se tiene esa edad, después de ese día cada que hacía una la escondía y me dejaba sólo en pedazo en algún lugar de fácil acceso.- Siguió diciendo mientras lo miraba con ternura, imaginándome a un niño pequeño.

- Pobrecita, debió asustarse, pero si fue muy gracioso y tú un niño muy travieso. -  en seguida me puse sería y creo Niall conjeturó de inmediato la razón.

Cada que él hablaba de su niñez, yo lo escuchaba atenta, aunque mi semblante cambiaba e inmediatamente desviaba el tema. Pero se que él estaba decidido a hacerme hablar, quería saber más de mi, necesitaba conocer mi historia.

𝐔𝐧 𝐄𝐬𝐩𝐚𝐜𝐢𝐨 𝐄𝐧 𝐓𝐮́ 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 |NJH| EN CURSO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora