capítulo 32

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Sentado frente al espejo de su habitación, mientras el silencio inundaba su casa.
Horas antes se encontraba sonriendo frente a Miles de cámaras enfocandolo, con los gritos de chicas y chicos aturdiendolo.
Un actor como el debía tenía todo lo que muchos envidiaban; hermoso, un gran talento actoral, un gran club de fans; amor de sus fans, tarjetas con Miles de Bath.
Pero quién pensaría que nadie esperaba en casa al protagonista de la nueva película que todos amaban; que aquel hermoso chico de 24 años se encontraba completamente solo.

Tras la perdida de sus padres, su mundo se había oscurecido más. Aún cuándo logro cumplir su sueño, no sé sentía completamente lleno; no cuando no podía compartir su felicidad con nadie, no cuando su hobby era mirarse al espejo preguntándose a si mismo "¿Ahora que?".

Sus descansos pies caminaban por toda su casa con una copa de vino blanco en su mano; su cuerpo tapado por una camisa blanca larga que llegaba hasta tres cuartas partes de sus piernas.
Miraba el patio tracero de su casa iluminado por las linternas colgadas en el techo frente a la puerta.
Miraba hacia afuera esperándo a qué algo pasara, pero solo transcurría el tiempo, la mitad de la madrugada y el parado delante de una ventana.

Suspiro y bebió todo el líquido de la copa, llenando sus mejillas.

Sintiéndose miserable se sentó sobre el suelo, acercó sus rodillas a su pecho dejando la copa a un lado.
Ese muchacho que se veía tan radiante en la pantalla grande, en revistas, no tenía a nadie que le dijera lo especial que era, que se sincera con él y le dijera que era hermoso, nadie que le diera un abrazo.

Tenía todo lo material que muchos querían, pero le faltaba lo más importante y por lo que solía llorar por algunas noches.

Había tenido muchas citas, pero nadie era sufiente para él, todos los chicos con lo que salían eran atractivos y lo trataban bien, pero les faltaba la chispa que lo hiciera amar, nadie lograba mover su mundo.

Se pregunta si algún día encontraría a la persona que lo quisiera no por lo que tenía, ni por su belleza. Ese alguien que lo hiciera feliz con tan poquito.

¿Realmente había alguien?, ¿Alguien que estuviese dispuesto a dar todo por él?

Su alma gemela, ese hombre que lo enseñaría a amar. Que le mostraría que amar puede ser hermoso.

Pero le aterraba enamorarse y que la relación no sea sana, tal y como había pasado hace años.

¿Dónde estaba él?

No lo sabía.

La última vez que lo había visto había sido su despedida. Dónde él le dijo que no podía estar juntos, mientras el se aferraba a él.

Hace más de 6 años.

Se arrepentía de haberse aferrado a él. Los recuerdos hermosos seguían en él, como si su cerebro tuviese un baúl con ellos, recuerdos que lo apuñalaban con dolor recordándole lo mal que había hecho.

—Off, amor, ¿Ya bajarás a cenar?

—No, puedes cenar sola.

Su manos estaban metidas en los bolsillos del pantalón de su traje, mientras sus ojos apreciaban las luces encendidas de  Bangkok.

Aquella vista lo relajaba en sus noches estresantes.

Sus días en su empresa eran pesados, su vida era consumida por una empresa que seguía creciendo. Pasaba 15 horas dentro de su oficina frente a una computadora y 9 horas las usaba para dormír; aunque noches como esa, se daba un pequeño descanso, en donde pensaba si estaba llevando bien su empresa, si su secretaria había actualizado su agenda.

Si, la mayor parte de su día era trabajo.

Sus empleados lo admiraban, la forma en la que soportaba estar tan estresado por tantas horas y no enfermarse; mantenía una buena condición física y gosaba de una buena salud.

Off es un hombre alto, rasgos Tailandeses hermosos,  delgados y una gran empresa tras él.

Las pocas personas que habían tenido el honor de entablar una conversación con el contaban que era un hombre frío y calculador, pareciendo no tener sentimientos.

Más bien los tenía muy bien dominados, muy pocas personas lo habían visto sonreír.

—¿Que haces aqui parado Off?.— se preguntó.

Sus ojos no se despegaba del cristal que atraves de el se veía la cuidad.

Parapdeo y levanto su muñeca para ver la hora, era demasiado tarde para estar despierto.

3:56 AM.

3:56 AM.

3:56 AM

La misma hora que aumentó su desdicha.

La última mirada que le dió al castaño acostado en la cama del hotel cinco estrellas.
Ese momento en el que su interior le quemaba diciéndo "Déjalo ser felíz".

Y su aún conciente había ganado. El mismo que le dijo que no lo buscará.

Si el hubiese hecho bien las cosas, tal vez ellos dos...

—No Off.— negó con la cabeza sacando esas ideas que tenía cuando el castaño entraba a su cabeza.

Se había cerrado a cualquier persona que se le acercará; había tenido algunas citas, pero todos se alejaban, menos a la chica que estivo con el para consolarlo y levantarlo cuando caía.

Sólo, si así se sentía, aunque solo él era culpable de su soledad.

Dos personas solas como hace años.
Uno al Norte de Tailandia y otro en el centro.

Sus caminos se cruzaban, pero ellos no lo notaban, tan ciegos ante su soledad.

Era momento de que el destino jugará nuevamente...  Las partes de la historia debían ser contadas.

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