ESPECIAL

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Una sonrisa se podía apreciar de aquella linda estudiante de cabello marrón y como no estarlo después de haber obtenido la mejor nota.

Recibió varias felicitaciones y algunos otros estudiantes no se cansaban de decir que fue suerte o que no lo obtuvo estudiando sino haciendo cosas "indebidas" con profesores.

Todo aquello le hacía preguntarse el porque las personas no podían apreciar el esfuerzo de los demás.
Por su parte, había estudiando toda la noche y esa fue la razón por la que había llegado tarde a el salón de clases y había recibido un regaño por la docente.

Pero al final su esfuerzo rindió frutos, siendo la mejor calificación.

Su felicidad era tan grande que quería compartirla con todas las personas que la rodeaban.

Por el patio de la escuela se le podía apreciar sonriendo a la nada, caminado sin rumbo solo disfrutando de su soledad; aunque realmente no debía seguir ya que necesitaba llegar a casa y ayudar a su madre a atender mesas en el restaurante familiar, era cansado pero necesario para que aquella Universidad a la que asistía siguiera pagándose.

Soltó un suspiro por aquel pensamiento, realmente deseaba llegar a casa a continuar el libro que había pospuesto por su examen; ahg, ¿Podrían Emma y Max quedar juntos o la familia los separará?

Necesitaba saber cómo terminaría el libro y esa noche lo sabría aún siendo de madrugada lo terminaría.

—Papá, fue un accidente, ya te he dicho que no fue culpa mía. — las quejas de una voz ronca y aguda se escucharon en el pasillo.

Aquella voz la hizo darse cuenta de que no se encontraba en la facultad de arquitectura sino en la de Música, había caminado demasiado lejos de su lugar habitual que si no correría a casa recibiría un regañó por llegar a tardé.

Dio media vuelta dispuesta a comenzar su camino afuera de la universidad.

—Suficiente ya es que mi única hija no quiera seguir con el negocio familiar y haya decidido estudiar para una profesión a la que no le veo futuro alguno.— paro su caminar al escuchará aquello tan horrible.

—Papá, este es mi sueño, ya hemos hablado de eso.— la voz comenzaba a entrecortarse.— No fue culpa mía, por favor.— sollozo.

Busco sigilosamente el lugar de donde provenían aquellas voces, que al encontrarlas intento esconderse bien para poder escuchar aquella conversación.

—¿Culpa de quién fue entonces?.

—Una chica me empujó y el violín callo, créeme.—lloriqueo.

—No te creo, ese ruptura no lo pudo realizar una caída.

—paso así, yo caí y el violín conmigo.

—bien, ¿Quién te empujó?.

—una chica de cabello marrón, alta y delgada, no lo recuerdo bien.— sorbió su nariz.— papá, necesito un nuevo violín, por favor.

Comenzaba a molestarse con aquella persona de la que se hablaba por haberle causado problemas, sea quien sea debía ayudar con los costos de un nuevo violín.

—Lo siento, te quiero mucho hija, pero está vez no te ayudaré, ya haz roto cuatro violines.

—Papá...

Pasaron segundos y ya no se escucho la voz de la otra persona, su mal intento de espía la hizo resbalar con el liso piso y caer al suelo llevándose con un bote a basura que estaba cerca de ella.

—Eres tú.— la voz la hizo llevar sus ojos hacia la persona de la voz.— rompiste mi violín, es culpa tuya que ya no siga componiendo. — su corazón se opriemio al ver las lágrimas de aquella chica se cabello negro, ojos grandes que la señalaba con un dedo .

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