Esa mañana, cuando Hugo se despertó, Eva seguía en su cama. Se habían dormido hablando.
Su rostro parecía relajado, apoyando la cabeza sobre la almohada, su respiración era tranquila y serena.
Un mechón de pelo caía sobre su cara y se movía al compás de su respiración.
Tenía los párpados relajados y los labios ligeramente curvados como si estuviera sonriendo.
Una de sus manos estaba colocada debajo de su cara sujetando su rostro.
Para cuando Hugo quiso darse cuenta, estaba sonriendo.
La chica se removió ligeramente y Hugo cerró los ojos de nuevo.
Eva parpadeó un par de veces hasta reconocer el lugar y la compañía.
-¿Me estabas mirando?- Susurra Eva.
Pero el chico no responde y finge estar profundamente dormido.
-Hugo, sé que estás despierto.- Dice ella. Pero Hugo sigue sin reaccionar y respira profundamente como si estuviera en pleno trance.- Vale, si estás dormido, entonces no te importará que me vaya.- Pero entonces, antes de que Eva pueda siquiera separar la sabana de su cuerpo, el chico reacciona rodeándola con uno de sus brazos.
-No te vayas.- Pide el chico.
Eva sonríe y vuelve a acomodarse en la cama.
-¿Has dormido bien?- Pregunta el chico.
-La verdad es que sí.- Confiesa ella.
-Si es que conmigo se duerme de lujo.- Presume Hugo.
-Bueno bueno, tampoco te tires el pisto eeh.- Dice Eva.
-¿Dormirás conmigo hoy?- Pregunta Hugo.
-Bueno, ya lo veremos.- Dice Eva.
El chico sonríe, complacido. Sabe que más tarde o más temprano acabará saliéndose con la suya. Pero con Eva dar cosas por sentado es siempre un error.
La mañana comenzó tranquila, sin ningún tipo de sobresaltos. Estaban felices, y eso que ese día sería el segundo pase de micros de la semana. Pero estaban comenzando a cogerle el truco a la canción. Habían dejado atrás el miedo y comenzaban a disfrutarla.
Una pena que fuera tan tarde.
Se dieron cuenta de que ya no les daba pavor cantarla cuando esa mañana ensayaron en la sala de ensayo. Estaba lejos de ser perfecta, pero no importaba.
Vicky les había marcado distancia entre ambos para no tener problemas con los micrófonos y el espacio. Pero ellos preferían sentirse cerca el uno del otro y verse reflejados en sus miradas.
Eva le había cogido gusto a que Hugo pasara su mano por su cara y apartase su pelo detrás de su oreja. Le miraba y sonreía, aunque la mirada no descansara mucho tiempo en él y la desviara para no verse descubierta. Hugo le buscaba los labios con el pulgar mientras rodeaba su cara con la palma de su mano, esa era la única forma que tenía de rozar sus labios.
Y cuando terminaban, sin pretexto alguno, se fundían en un cálido abrazo al que ninguno le quería ver el final.
Y tras este abrazo, volvían a empezar de nuevo.
Pero esa actuación fue diferente a las demás.
En el estribillo, Eva colocó el micro en el centro entre las cabezas de ambos, tanto como para que no hubiera hueco para el micrófono de Hugo. El chico apartó su micro y dejó que el de Eva ampliara las voces de ambos. Acercaron sus cabezas tanto que entre ellos sólo existía el aparato para cantar.