capitulo 23

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Se hallaban en el extremo de una sala muy grande, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando largas sombras negras sobre la extraña penumbra verdosa que reinaba en la estancia.

Con el corazón latiendo a mil por hora. Naruto escuchó aquel silencio de ultratumba. ¿Estaría el basilisco acechando en algún rincón oscuro, detrás de una columna? ¿dónde estaría Ginny que era lo que en realidad le preocupaba?

Sacó su varita y avanzó por entre las columnas decoradas con serpientes. Harry iba detrás suyo. Sus pasos resonaban en los muros sombríos. Iban con los ojos entornados, dispuestos a cerrarlos completamente al menor indicio de movimiento. Les parecía que las serpientes de piedra lo vigilaban desde las cuencas vacías de sus ojos.

Al llegar al último par de columnas, vieron una estatua, tan alta como la misma cámara, que surgía imponente, adosada al muro del fondo. Naruto tuvo que echar atrás la cabeza para poder ver el rostro gigantesco que la coronaba: era un rostro antiguo y simiesco, con una barba larga y fina que le llegaba casi hasta el final de la amplia túnica de mago, donde unos enormes pies de color gris se asentaban sobre el liso suelo.

Y entre los pies, boca abajo, vio una pequeña figura con túnica negra y el cabello de un rojo encendido.

-Ginny...-susurró naruto, corriendo hacia ella e hincándose de rodillas-. Ginny, por favor...-Dejó la varita a un lado, cogió a Ginny por los hombros y le dio la vuelta. Tenía la cara tan blanca y fría como el
mármol, aunque los ojos estaban cerrados, así que no estaba petrificada. Pero entonces
tenía que estar...-. Ginny, por favor, despierta... -susurró naruto sin esperanza, con suavidad acaricio la mejilla de Ginny. La cabeza de Ginny se movió, inanimada, de un lado a otro.

-No despertará -dijo una voz suave. Naruto se enderezó de inmediato. Un muchacho alto, de pelo negro, estaba apoyado contra la columna más cercana,
mirándole. Tenía los contornos borrosos, como si lo estuviera mirando a través de un cristal empañado. Pero no había dudas sobre quién era.

-Tom... Tom Riddle

Riddle asintió con la cabeza, sin apartar los ojos de naruto y Harry

-¿Qué quieres decir? ¿Por qué no despertará? -dijo naruto desesperado

-Todavía está viva-contestó Riddle-, pero por muy poco tiempo.

Naruto volvio su mirada a Ginny. Tom Riddle había estudiado en Hogwarts hacía cincuenta años, y sin embargo allí, bajo aquella luz rara, neblinosa y brillante,
aparentaba tener dieciséis años, ni un día más.

-¿Eres un fantasma? -preguntó Harry dubitativo.

-Soy un recuerdo -respondió Ryddle tranquilamente- guardado en un diario
durante cincuenta años.

Riddle señaló hacia los gigantescos dedos de los pies de la estatua. Allí se encontraba, abierto, el pequeño diario negro que Harry, naruto y Ron habían hallado en los aseos de
Myrtle la Llorona.

-tienes que ayudarnos Tom -dijo Harry. Naruto volvió a levantar la cabeza de Ginny-. Tenemos que sacarla de aquí. Hay un basilisco... No sé dónde está, pero podría llegar en cualquier momento. Por favor, ayudanos...

Riddle no se movió. Naruto levantó a Ginny del suelo, y se inclinó a recoger su varita. Pero la varita ya no estaba.

-devuelveme mi varita, Tom...

Levantó los ojos. Riddle seguía mirándolo... y jugueteaba con la varita de naruto entre los dedos.

-dije que me devuelvas mi varita...-repitió naruto, tendiendo la mano para que el muchacho se la devolviera. Una sonrisa curvó las comisuras de la boca de Riddle. Siguió mirando a naruto, jugando indolente con la varita.

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