capitulo 8

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Dumbledore había convencido a Harry de que no buscara otra vez el espejo de Oesed, y durante el resto de las vacaciones de Navidad la capa invisible permaneció doblada en el fondo de su baúl. Harry, desde que había visto el espejo, comenzó a tener pesadillas. Una y otra vez, soñaba que sus padres desaparecían en un rayo de color verde

-¿Te das cuenta? Dumbledore tenía razón. Ese espejo te puede volver loco -dijo Ron, cuando Harry les contó sus sueños.

Hermione, que volvió el día anterior al comienzo de las clases, consideró las cosas de otra manera. Estaba dividida entre el horror de la idea de Harry vagando por el colegio tres noches seguidas ("¡Si Filch te hubiera atrapado! Y tu naruto, creí que eras responsable, ni siquiera lo detuviste") y desilusionada porque finalmente no hubieran descubierto quién era Nicolás
Flamel.

Ya casi habían abandonado la esperanza de descubrir a Flamel en un libro de la biblioteca, aunque Harry aseguró haber leído el nombre en algún lado. Cuando empezaron las clases, volvieron a buscar en los libros durante diez minutos durante los recreos. Naruto tenía menos tiempo que ellos, porque los entrenamientos de quidditch habían comenzado también.
Wood los hacia trabajar más duramente que nunca. Ni siquiera la lluvia constante que había reemplazado a la nieve podía doblegar su ánimo.

Los Weasley se quejaban de que Wood se había convertido en un fanático, pero naruto estaba de acuerdo con Wood. Si ganaban el próximo partido contra Hufflepuff, podrían alcanzar a Slytherin en el campeonato de las casas, por primera vez en siete años.

Además de que deseaba ganar; naruto descubrió que le ayudaba a despejar su mente cuando estaba cansado por el ejercicio.

Entonces, durante un entrenamiento en un día especialmente húmedo y lleno de barro, Wood les dio una mala noticia. Se había enfadado mucho con los Weasley, que se tiraban en picado y fingían caerse de las escobas.

-¡Dejen de hacer tonterías! -gritó-. ¡Ésas son exactamente las cosas que nos harán perder el partido! ¡Esta vez el árbitro será Snape, y buscará cualquier excusa para quitar puntos a Gryffindor!

George Weasley, al oír esas palabras, casi se cayó de verdad de su escoba.

-¿Snape va a ser el árbitro? -Escupió un puñado de barro-. ¿Cuándo ha sido árbitro en un partido de quidditch? No será imparcial, si nosotros podemos sobrepasar a Slytherin.

El resto del equipo se acercó a George para quejarse

-No es culpa mía -dijo Wood-. Lo que tenemos que hacer es estar seguros de jugar limpio, así no le daremos excusa a Snape para marcarnos faltas.

Todo aquello estaba muy bien, pensó narito; pero él tenía otra razón para no querer estar cerca de Snape mientras jugaba a quidditch.

Los demás jugadores se quedaron, como siempre, para charlar entre ellos al finalizar el entrenamiento, pero narito se dirigió directamente a la sala común
de Gryffindor; donde encontró a Ron, Harry y Hermione jugando al ajedrez.

El ajedrez era la única cosa a la que Hermione había perdido, algo que Harry y Ron consideraban muy beneficioso para ella.

-No me hables durante un momento -dijo Ron, cuando naruto se sentó al
lado-. Necesito concen... -vio el rostro de Harry-. ¿Qué te sucede? Tienes una cara terrible.

En tono bajo, para que nadie más los oyera, naruto les explicó el súbito y siniestro deseo de Snape de ser árbitro de quidditch.

-No juegues -dijo de inmediato Hermione.

-Diles que estás enfermo -añadió Ron.

-Finge que se te ha roto una pierna -sugirió Harry

-Rómpete una pierna de verdad -dijo Ron.

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