El último mes de naruto en el orfanato no fue el mejor de todos, incluso se atrevería a decir que fue el peor
Todos, incluidas las cuidadoras, lo miraban con terror absoluto, como si el fuera a hacerles algo, pero no podía. Por más que lo deseara utilizar la magia, no podía, primero por que no sabía nada sobre la magia, y segundo, según lo que le dijo Hagrid, sería expulsado inmediatamente de hogwarts, sin ni siquiera haber puesto en el
En la madrugada del uno de septiembre, naruto agarró su baúl, robo un poco de dinero de una de las cuidadoras, y partió a King Cross
Espero hasta que faltando veinte minutos para las once, naruto a lo lejos, vio llegar a Harry con un señor rubio y gordo
—Bueno, aquí estás, muchacho. Plataforma nueve, plataforma diez... Tú plataforma
debería estar en el medio, pero parece que aún no lo han construido, ¿no?—le escucho decir a el Tío VernonTenía razón, por supuesto. Había un gran número nueve, de plástico, sobre una plataforma, un número diez sobre el otro y, en el medio, nada.
—Que tengas un buen curso —dijo tío Vernon con una sonrisa aún más
torva. Se marchó sin decir una palabra más. Harry se volvió y vio que los
Dursley se alejaban. Luego, volteo hacia delante, mirando a naruto—¿ese era tu tío?
—no es muy agradable—respondio—¿ahora que haremos?
Harry tenía razón ¿Qué haría? Estaban llamando la atención, a causa de Hedwig y kurama, como naruto decidió llamar a su lechuza. Tendrían que preguntarle a
alguienDetuvieron a un guardia que pasaba, pero no se atrevieron a mencionar la plataforma nueve tres cuartos. El guarda nunca había oído hablar de Hogwarts, y cuando
Harry no pudo decirle en qué parte del país quedaba, comenzó a molestarse, como si pensara que Harry se hacía el tonto a propósito. Sin saber qué hacer, naruto le preguntó por el tren que salía a las once, pero el guardia le dijo que no había ninguno. Al final, el guarda se alejó, murmurando algo sobre la gente que
hacía perder el tiempo.Según el gran reloj que había sobre la tabla de horarios de llegada, tenían diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no tenían idea de qué podían hacer. Estaban en medio de la estación con unos baúles que casi no podían transportar, bolsillos llenos de monedas de mago y unas jaulas con una lechuza en cada una
Hagrid debió de olvidar decirle algo que tenía que hacer, como dar un golpe al tercer ladrillo de la izquierda para entrar en el callejón Diagon. Naruto se preguntó si debería sacar su varita y comenzar a golpear la taquilla, entre las plataformas nueve y diez
En aquel momento, un grupo de gente pasó por su lado y captó unas pocas palabras.
—... lleno de muggles, por supuesto...
Harry y naruto se volvieron para verlos. La que hablaba era una mujer regordeta, que se dirigía a cuatro muchachos, todos con pelo de llameante color rojo. Cada
uno empujaba un baúl, como Harry y naruto, y llevaban una lechuza.Con el corazón palpitante, naruto empujó el carrito detrás de ellos, con Harry siguiendo sus pasos. Se detuvieron y los imitó, parándose lo bastante cerca para escuchar lo que decían.
—Y ahora, ¿cuál es el número de la plataforma? —dijo la madre.
—¡Nueve tres cuartos! —dijo la voz aguda de una niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre—. Mamá, ¿no puedo ir...?
—No tienes edad suficiente, Ginny. Ahora estáte quieta. Muy bien, Percy, tú
primero.El que parecía el mayor de los chicos se dirigió hacia las plataformas nueve y
diez. Naruto observaba, procurando no parpadear para no perderse nada. Pero
justo cuando el muchacho llegó a la división de las dos plataformas, una larga
caravana de turistas pasó frente a él y, cuando se alejaron, el muchacho había
desaparecido