— ¡Lo sabía!— chilló Ron, dando un puñetazo al aire. Ya era el día siguiente, y Harry ya había pasado por una de las tantas anécdotas aterradores que tendrá para contarle a sus hijos, la audiencia—¡Siempre te sales con la tuya!
—Estaban obligados a retirar los cargos—intervino Hermione, que estuvo muy alterada hasta que había mirado con ansiedad a Harry entrar en la cocina y ahora suspendía una mano temblorosa frente a sus ojos—, no había ningún caso contra ti, absolutamente ninguno.
—Todo el mundo parece bastante aliviado, sin embargo, considerando que todos sabían que saldría de esta— comentó Harry, sonriendo.
La señora Weasley se secaba los ojos con su delantal, y Fred, George y Ginny bailaban una especie de danza de guerra mientras entonaban un canto que decía: “se salvó, se salvó, se salvó...”
—Cálmense—gruñó Naruto.
—Tengo algo que decirles—dijo Harry a Naruto y Sirius.
—¿Qué sucede, Harry?—preguntó Sirius preocupado, agarrando el hombro de Harry.
—Escuchen, Lucius Malfoy estaba en el Ministerio...
— ¿Qué?—exclamó Sirius bruscamente.
—Se salvó, se salvó, se salvó...—seguían cantando los muchachos.
—¡Tranquilícense ustedes tres!—exclamó la señora Weasley mirando con frialdad al trío, que callo al momento.
—Sí, lo vimos hablando con Fudge en el noveno piso, luego subieron juntos a su oficina. Dumbledore debería saberlo.
—Por supuesto—concordó Sirius—. Le diremos, no te preocupes.
—Bueno, será mejor que me vaya. Hay un baño regurguitante esperando por mi en Bethnal Green. Molly, llegaré tarde, voy a cubrir a Tonks, pero Kingsley va a caer por aquí para la cena...—dijo el señor Weasley, llamando la atención de los presentes.
—Se salvó, se salvó, se salvó...—cantaban el trío nuevamente, haciendo a Naruto irritarse.
—¡Fred, George, Ginny, ya fue suficiente!— regañó la señora Weasley, mientras su esposo partía—. Harry, querido, siéntate y almuerza, hoy apenas desayunaste.
Ron, Hermione, Naruto y Erina se sentaron frente a él, los dos primeros mirándolo aún más contentos que cuando llegó a Grimmauld Place por primera vez.
—Una vez que Dumbledore se puso de tu lado, no había manera que te
condenaran—comentó Erina tranquilamente, sirviendo grandes cantidades de puré de papas en los platos.—Si, él giró todo a mi favor—declaró Harry.
Naruto notó como Harry soltó un pequeño gruñido.
—¿Qué sucede?
—La cicatriz, ¿a ti no?—refunfuñó Harry.
Naruto negó con la cabeza.
—Pero no es nada... ahora pasa todo el tiempo, ¿no?...
Ninguno de los otros había notado nada; todos estaban sirviéndose comida para festejar el escape por los pelos; Fred, George y Ginny seguían cantando. Erina se mantenía callada mirando a Naruto. Hermione se veía más bien ansiosa, pero antes que pudieran decir nada, Ron estaba comentando alegremente:
—Apuesto que Dumbledore se da una vuelta por acá esta noche, para celebrar con nosotros, ya saben.
—Creo que Dumbledore no podrá, Ron— negó su madre, poniendo un enorme plato de pollo asado frente a Naruto y Harry—. Está realmente ocupado en este momento.