045.

9K 888 239
                                    

» Draco «

La varita de Dumbledore saltaba de su mano al recibir el encantamiento Expelliarmus que le he lanzado al momento en que llegué a la cima de la torre de astronomía.

Dumbledore, quien se encontraba apoyado contra el muro y muy pálido, se mantenía en pie sin dar señales de pánico o inquietud.

—Buenas noches, Draco.

Avancé unos pasos mientras miraba a mi alrededor para comprobar si Dumbledore estaba solo y entonces he podido ver otra escoba en el suelo.

—¿Quién más está aquí?

—Yo también podría hacerte esa pregunta. ¿O has venido solo?

—No. No estoy solo —le dije centrando mi mirada en él—. Por si no lo sabía, esta noche hay mortífagos en su colegio.

—¿Y dónde se encuentran?

—Se han encontrado con algunos miembros de su guardia. Están abajo, peleando —le dije mientras intentaba recomponer mi respiración, pero esta situación me estaba afectando demasiado—. No tardarán en llegar. Yo me he adelantado porque...tengo...tengo un trabajo que hacer.

—Draco, Draco... tú no eres ningún asesino.

—¿Cómo está tan seguro de eso? —pregunté intentando sonar sereno, pero simplemente me fue imposible—. Usted no sabe de qué soy capaz —dije esta vez con un tono más convincente—, ni sabe lo que ya he hecho.

—Sí, sí lo sé —repuso Dumbledore con suavidad—. Estuviste a punto de matar a Katie Bell y Ronald Weasley y llevas todo el curso intentando matarme; ya no sabías qué hacer. Incluso sé que has encerrado a la hija de Severus para que no interfiriera...

Mi cuerpo se ha tensado y he reprimido el impulso de querer gritar en este momento. Tragué saliva y respiré hondo varias veces sin dejar de mirarle o apuntarle con mi varita.

—Tengo una misión...

—No creo que vayas a matarme, Draco —interrumpió mis palabras—. Matar no es tan fácil como creen los inocentes. Pero dime, mientras esperamos a tus amigos, ¿cómo has conseguido traerlos aquí?

—Tuve que arreglar el armario evanescente roto que nadie utilizaba hace años.

—Muy inteligente... Supongo que debe de tener una pareja, ¿no?

—El otro está en Borgin y Burkes —le revelé—, y entre ellos se forma una especie de pasadizo.

Los gritos procedentes del interior de la torre se oían cada vez más fuertes y eso ha causado que comenzara a desesperarme.

—No nos queda demasiado tiempo —dijo Dumbledore—. Es hora de que hablemos de nuestras opciones.

—¿Opciones? ¿Qué opciones? —pregunté intentando controlar el temblor de mi mano que lo apuntaba con mi varita—. Tengo mi varita y estoy a punto de matarlo...

—No tiene sentido que sigamos fingiendo —me dijo—. Si pensaras matarme lo habrías hecho en cuanto me desarmaste.

—¡Yo no tengo opciones! —grité desesperado—. ¡Tengo que matarlo! ¡Si no lo hago, él me matará! ¡Matará a mi familia! ¡Incluso la matará a ella!

—Todavía no has cometido ningún crimen, ni le has causado ningún daño irreparable a nadie, aunque has tenido suerte de que tus víctimas indirectas hayan sobrevivido... Yo puedo ayudarte, Draco.

—No, no puede —dije y mi mano temblaba cada vez más—. Nadie puede ayudarme. Él me dijo que si no lo hacía me mataría. No tengo alternativa.

—Pásate a nuestro bando, Draco, y nosotros no encargaremos de esconderte. Es más, esta misma noche puedo enviar a miembros de la Orden a casa de tu madre y esconderla también a ella. Tu padre, por ahora, está a salvo en Azkaban... Cuando llegue el momento también podremos protegerlo a él —me dijo—. Pásate a nuestro bando, Draco... Tú no eres ningún asesino.

LONELINESS; Draco Malfoy. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora